Leonor de Aquitania fue una de las mujeres más poderosas e influyentes de la Edad Media. Heredera de un vasto territorio que abarcaba el suroeste de Francia, se convirtió en reina consorte de Francia y luego de Inglaterra por sus matrimonios con dos reyes rivales: Luis VII y Enrique II. Fue madre de diez hijos, entre ellos dos reyes famosos: Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra. Participó en la segunda cruzada, se rebeló contra su segundo esposo, gobernó como regente en ausencia de su hijo y fue una gran mecenas de las artes y la cultura. Leonor de Aquitania Una heredera codiciada Leonor nació en Poitiers en 1122, como hija y heredera de Guillermo X, duque de Aquitania y conde de Poitiers, y de Leonor de Châtellerault. Su padre le proporcionó una esmerada educación, que incluyó el aprendizaje del latín, la música, la literatura, la caza y la cetrería. A los quince años, quedó huérfana y heredó el ducado de Aquitania, uno de los más ricos y extensos de Europa, que se extendía des
La
versión oficial en el siglo XVI fue que la reina Juana había sido retirada del
trono por su incapacidad debida a una enfermedad mental.
Sin
embargo, documentos hallados en diversos archivos, ponen en tela de juicio la
versión tradicional en favor de que en realidad habría sido víctima de una
confabulación tramada por su padre, Fernando “el Católico”, y luego confirmada
por su hijo Carlos I.
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Juana I |
Controversia por su salud
¿La reina Juana no quiso o no pudo
gobernar?.Desde el
siglo XIX empezó a cobrar fuerza la idea (a raíz de varios documentos que el
historiador Gustav Bergtenroth halló en 1860 en diversos archivos, sobre todo
el de Simancas) de que la reina Juana había sido víctima de un complot para
retirarla del poder y que había estado urdido primero por su marido, Felipe de
Habsburgo, luego por su padre, el rey Fernando “el Católico”, y posteriormente
ratificado por su hijo el emperador Carlos I, quienes
no sólo la impidieron la gobernación de sus reinos sino que la recluyeron y la
aislaron conscientemente para que fuera olvidada en vida por sus súbditos.
Según
estos documentos, el rey Fernando convenció en 1506 a Felipe el Hermoso, marido de Juana, para
encerrarla en Tordesillas. Años más tarde su hijo Carlos mantendría el
encierro e incluso ordenó que la obligasen a escuchar misa y confesarse
“empleando tortura si
fuere necesario”.
En 1520
la reina Juana podía haberse liberado de estas ataduras con el alzamiento de
los comuneros, que querían proclamarla reina absoluta en detrimento de su hijo
Carlos, pero ella se negó ya que su educación había estado basada en el
acatamiento a las normas de la Corona y a la herencia familiar de esta, así
como en la obediencia. Si ella luchaba contra los miembros de su familia, otros
podían arrebatarles el trono.
Cuando
las tropas de Carlos I reconquistaron Tordesillas lejos estuvo su hijo de
liberarla del cautiverio, sino que, muy al contario, prolongó y empeoró este.
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Felipe de Habsburgo |
La
lucha por el poder
Muerta
Isabel “la Católica” queda Juana como heredera de la Corona de Castilla y por
tanto ella como su esposo, Felipe “el Hermoso”, son llamados para ser
confirmados por las Cortes.
Sin embargo, Felipe de Habsburgo
no quería compartir el poder con Juana, lo quería para sí mismo. El problema
para él, a pesar de sus pretensiones, era que las Cortes no pensaban en
absoluto en desestimar la legitimidad de Juana como reina, sino ratificarla.
Pero Felipe no se conformó con ello y buscó apoyo en su suegro, con el
cual no se llevaba nada bien, mediante la llamada “Concórdia de Villafáfila”
(junio 1506). En este tratado se reconocía la incapacidad de la reina Juana
para reinar debido a su supuesta enajenación mental. Felipe el Hermoso quedaba
como único rey de Castilla y de León; mientras que Fernando el Católico, que
hasta entonces venía gobernando Castilla en virtud de lo indicado en el
testamento de Isabel la Católica (12 de octubre de 1504 y
de lo acordado con Juana
y Felipe en la Concordia de Salamanca (24 de noviembre de 1505), se retiraba a
sus reinos de Aragón renunciando a sus aspiraciones al reino castellano.
Desde ese momento Juana no era más que una
marioneta utilizada por los dos bandos. Ella era incapaz de tomar partido por ninguno, y por supuesto tampoco
por sí misma. Fiel a su esposo, era consciente de la lealtad debida a su padre.
En esta encrucijada Juana sucumbió definitivamente. Después ser declarada reina
de Castilla en las cortes de Valladolid (1506) apenas tomó decisiones, y en
ningún caso de gobierno.
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Fernando "el Católico" |
Durante la primera semana de julio
de 1506, Felipe movió todos los hilos posibles para que los procuradores
castellanos inhabilitaran para las labores de gobierno a su esposa Juana.
No lo consiguió. Es más, ocurrió
algo con lo que Felipe no contaba. La poderosa aristocracia castellana
capitaneada por el Almirante
de Castilla, Fadrique Enríquez, le exige ver a su Señora, es
decir, a la legítima reina de Castilla -negándose a creer en la supuesta locura
que Felipe alega-. Tras este encuentro, Pedro
López de Padilla declarará que Juana no
está loca y que presidirá en el futuro las sesiones de las cortes del reino.
El 12 de julio de 1506 las Cortes
de Castilla, reunidas en Valladolid reconocen a Juana como “reina verdadera
y legítima subcesora y señora natural propietaria destos dichos reinos, y al
dicho señor don Phelipe, nuestro señor,por rey verdadero e legítimo señor como
su legítimo marido". Este fue un revés tremendo para el Habsburgo,
que tomará represalias contra los nobles fieles a su esposa.
Tomando posiciones
La vigencia de la “Concordia de
Villafáfila” fue breve, como consecuencia del fallecimiento de Felipe el 25 de
septiembre de 1506. Fernando volvió así a
asumir gobierno de Castilla como regente de su hija Juana, dado que el
hijo primogénito de esta y de Felipe “el Hermoso” (el futuro Carlos I) tenía
cinco años de edad.
La joven Juana, viuda y embarazada
del bebé póstumo de su marido, no siente el más mínimo deseo de gobernar. En agosto de 1507 Fernando “el
Católico” regresa de Nápoles y se entrevista con su hija, quien le pide que se
haga cargo de los asuntos castellanos.
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Carlos I |
En este
momento, el rey aragonés, que vuelve a retomar su deseo de ocupar el trono
castellano, pero temeroso de que la nobleza castellana que le había rechazado
un año antes y que ahora le
aceptaba como un mal menor cambiara de parecer, toma una decisión terrible:
recluir a su hija en el palacio de Tordesillas en 1509.
Juana
llega a Tordesillas acompañada por su pequeña hija Catalina y por algunas sirvientas. Fernando
coloca a un hombre de su confianza, el aragonés Luis Ferrer,
con la consigna de evitar las visitas, en la medida de lo posible. Nada de lo
que ocurra dentro de estos muros es conveniente que trascienda.
Entre
tanto, Enrique VII de Inglaterra redacta una petición formal de
matrimonio para casarse con Juana. Su padre no sale de su estupor
sabiéndose amenazado si esto llega a ocurrir. Pero Juana se niega incluso a recibir al
embajador que porta la petición de mano.
En
1516, muere Fernando el Católico.
En su testamento evita que los tronos de Aragón y Castilla recaigan en su hija Juana (ya
había intentado tener un heredero varón casándose con Germana de Foix), dejando
Regentes en cada uno de los reinos, hasta que el príncipe Carlos alcance la edad de veinte años. Además
deja expresamente ordenado que su hija debe ignorar su fallecimiento durante
tanto tiempo como se pueda.
La
situación en la que vive Juana en Tordesillas es de total abandono, tanto que nadie
cree que viva mucho tiempo. El Cardenal
Cisneros, Regente
de Castilla, destituye a Mosén
Ferrer por el trato dispensado
a Juana durante sus ocho años como carcelero.
Incluso algunos de sus ayudantes son azotados en público. Ferrer admite incluso
"haber usado de violencia en alguna ocasión para preservarle la vida, pues se negaba a tomar alimento".
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Cardenal Cisneros |
El nuevo gobernador es Hernán
Duque de Estrada. Con el cambio
la reina mejora, ya se asea y viste con normalidad. Come bien. se le permite
recibir visitas y asistir diariamente a misa en Santa Clara, aunque acompañada de Hernán
Duque.
A Juana
nadie le comunica la muerte de su padre, aunque finalmente se entera. Al saber
que Cisneros es el Regente, aprueba la elección.
Pero su
hijo Carlos, incumpliendo el testamento de Fernando “el Católico”, se autoproclama Rey desde Flandes,
a pesar de que sólo tiene 16 años. El 8
de septiembre de 1517 Carlos parte
para España,
justo el mismo día que fallece el Cardenal Cisneros. Nada más pisar tierra
tiene la intención de visitar a su madre en Tordesillas. Hernán Duque
anuncia a Juana la
inminente llegada de su hijo con estas palabras: "Señora, nuestro rey
y señor Carlos, hijo de Vuestra Alteza, ha venido a España". Pero
Juana le corrige con estas otras: "Sólo yo soy la reina, mi hijo
Carlos no es sino infante".
Carlos llegó a España sin saber hablar apenas castellano y trayendo consigo un gran número de
nobles y clérigos flamencos como Corte, lo que produjo recelos entre las élites
castellanas, que sintieron que su advenimiento les acarrearía una pérdida de
poder y estatus social (la situación era inédita históricamente). Este
descontento fue transmitiéndose a las capas populares
El 4 de noviembre de 1617 Juana recibe la visita de sus hijos Carlos y Leonor. Al marcharse, sin que la reina lo
sepa, se llevan a su hermana Catalina, estimando que no es bueno ese
ambiente para alguien de tan corta edad. Al tener conocimiento Juana de esta
ausencia cae en una profunda depresión negándose a tomar alimento y acostarse
en tanto no regrese Catalina. Su salud empeora de tal manera,
que, informado Carlos, permite la vuelta de su hermana
durante un tiempo, pero con instrucciones precisas de relacionarse más con la
gente.
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Felipe II |
El 9 de febrero de 1518 Carlos es jurado como Rey de Castilla en Valladolid. A pesar de eso, su nombre
aparecerá siempre detrás del de su madre en los documentos públicos.
Juana
recibe ese mismo año de 1518 un tremendo varapalo. Hernán Duque es sustituido por Bernardo
Sandoval y Rojas, II
Marqués de Denia, persona de confianza de su hijo Carlos, quien,
lamentablemente, recurrirá a los mismos métodos de Mosén Ferrer
para doblegar a la reina, al parece con el conocimiento del
mismísimo Carlos
I. A la reina se le vuelve a impedir salir de Palacio y recibir
libremente visitas. Ni siquiera ir a rezar a Santa
Clara como antes.
En
1519 Carlos I se proclama Emperador. Con la
dignidad imperial cambia también el enunciado de su titulación: aparecerá en
primer lugar en los documentos, pero nunca se atreverá a hacer desaparecer el
nombre de su madre.
En
1520 se produce
la revuelta comunera en Castilla
contra las tropas del emperador Carlos. Vecinos de Tordesillas asaltan el Palacio donde se halla
encerrada la reina, lo que posibilita que los cabecillas de la rebelión, Padilla,
Bravo y Maldonado, se puedan entrevistar con Juana. Lo primero que disponen es
apartar al Marqués de
Denia.
En la
entrevista, Juan
de Padilla le
ofrece a la reina la devolución del trono y le pide que se ponga al frente de
la revuelta. El entusiasmo comunero tras esta entrevista es tan enorme que se
decide que Tordesillas sea la sede de la Santa Junta.
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Padilla, Bravo y Maldonado ejecutados en Villalar |
La reina
parece otra. Se le permite salir, pasear, conversar y recibir libremente a
quien le parece. Pero Juana no
firma. Por más que se le insiste, se le ruega, se le suplica que con su firma
dé legitimidad a su causa y se ponga al frente de ella, la Reina de Castilla no firma documento alguno.
El
3 de diciembre se produce la traición del noble Pedro Girón a la Santa Junta al desertar. Como consecuencia, Tordesillas se pierde para la causa comunera. Los
cabecillas son ahorcados. Dos días después, el ejército realista entra en la
ciudad. El II Marqués
de Denia es
restablecido en sus funciones y Juana vuelve
a ser una reina prisionera. Su estado físico y mental se deteriora.
La vida de la reina en Tordesillas
Catalina, llegó a escribir a su hermano Carlos para quejarse de que a su madre no la
dejan ni siquiera pasear por el corredor de Palacio y "...la encierran
en su cámara que no tiene luz alguna...".
Hoy día
se sabe que Carlos
I estaba
perfectamente informado de todo cuanto acontecía a su madre. Hay abundante
correspondencia mantenida con el II Marqués de Denia donde éste asegura que la reina se
queja constantemente de estar "como
presa", solicitando permiso para entrevistarse con sus nobles "porque
se quiere quejar de como la tienen...".
El marqués de Denia llega incluso
a jactarse ante el Emperador de tenerlo todo controlado y de saber dar
continuamente largas a este tipo de peticiones. La infamia de este personaje es tal que incluso confisca las
joyas, vestidos y regalos que les son enviados a Juana y su hija Catalina,
repartiéndolos entre su propia familia, especialmente sus hijas.
Carlos I visita
durante un mes a su madre en 1524 en Tordesillas. Su objeto es preparar la próxima boda de su hermana Catalina, con Juan III de Portugal. Sin embargo, antes de marcharse, ordena el expolio de las
joyas que su madre tiene en Tordesillas. Se hace a escondidas y de noche. La reina finalmente
averigua quién ha sido.
El 2 de enero de 1525 Catalina parte para Portugal. Ha
pasado su vida junto a su madre entre los muros de este Palacio-prisión. Juana se queda sola.
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Catalina de Austria, hija de Juana |
La dureza de su hijo Carlos
Ni
siquiera cuando la peste llama varias veces a las puertas de Tordesillas,
el Emperador dará la orden de evacuar a su madre. A pesar de que, en alguna
ocasión incluso algún sirviente murió a causa de la enfermedad. A causa de la
peste, en 1533, se le conoce una única salida de Tordesillas.
Es campo a través, alejada de cualquier población donde puedan verla e
inmediatamente se le ordena regresar.
Juana alterna períodos de lucidez con
otros de furia demencial, durante los cuales golpea al personal de servicio o
les arroja objetos. Apenas tiene visitas. Carlos I e Isabel de
Portugal pasan las
navidades en Tordesillas
con Juana en 1536. Incluso alguna vez sus nietos, incluido el que
posteriormente será Felipe II, también la visitarán.
En
1551 la reina Juana sufre una parálisis parcial en una
pierna. Lo que al principio es un simple renqueo termina postrándola en la
cama. Ya no se lava ni permite que lo hagan. Su cuerpo se cubre de llagas
purulentas como consecuencia de su falta de aseo. Para cambiarla de ropas y
lavarla se recurre nuevamente a la fuerza.
A alguien
se le ocurre que la reina pueda estar endemoniada. El príncipe Felipe manda al jesuita Francisco
de Borja (aquel
que fuera paje de la infanta Catalina) en 1552 para ver que hay de cierto
al respecto. Tras entrevistarse con ella el diagnóstico del religioso no puede
ser más rotundo: de endemoniada nada. Simplemente una mujer que ha necesitado
otro tipo de atenciones en lugar de prisiones.
A partir
de 1554 sufre de fiebres altas y constantes vómitos. No se la puede mover pues
sus llagas le cubren casi todo el cuerpo. La historia asegura que en sus
últimos momentos, haciendo un esfuerzo supremo, de sus labios brotan claramente
sus últimas palabras conocidas: "Jesucristo crucificado,
ayúdame...".
Juana I de Castilla muere el 12 de abril de 1555 en
la ciudad de Tordesillas
a los 76 años de edad, de los cuales, casi cincuenta los pasó recluida. Nadie
de su familia estaba a su lado cuando falleció.