Los huevos de Fabergé son unos objetos decorativos en forma de huevo, elaborados con metales y piedras preciosas, que fueron creados por el joyero Peter Carl Fabergé y sus artesanos para los zares de Rusia y otros clientes distinguidos entre 1885 y 1917. Estos huevos se consideran obras maestras de la orfebrería, por su belleza, su complejidad y su originalidad. Además, son testimonios de una época histórica marcada por el esplendor y el ocaso de la dinastía Romanov, la última familia imperial rusa. El origen de los huevos de Fabergé La tradición de regalar huevos decorados en Pascua es muy antigua y tiene un significado simbólico de vida, renacimiento y esperanza. En la Iglesia ortodoxa rusa, la Pascua es la fiesta más importante del año y se celebra con tres besos y el intercambio de huevos pintados o esmaltados. La idea de crear huevos de Pascua con materiales preciosos se le ocurrió al zar Alejandro III, quien en 1885 encargó al joyero Peter Carl Fabergé un huevo especial para su
Friedrich Nietzsche y Richard Wagner fueron dos de los genios más influyentes y polémicos de la cultura europea del siglo XIX. Ambos compartieron una profunda admiración mutua, una intensa amistad y una aguda crítica. Su relación fue una de las más apasionadas y tormentosas de la historia intelectual, marcada por el amor, el odio, el respeto y el desprecio. Nietzsche El primer encuentro: 1868 Nietzsche y Wagner se conocieron a finales del año 1868, cuando el joven Nietzsche tenía veinticuatro años, y su admirado Wagner pasaba los cincuenta. Fue la hermana del músico, Ottilie Brockhause, quien invitó a Nietzsche a la velada en la que se produjo el encuentro. Nietzsche era entonces profesor de filología clásica en la Universidad de Basilea y un apasionado de la música. Wagner era ya un compositor consagrado y controvertido, que había estrenado obras maestras como Tristán e Isolda o Los maestros cantores de Núremberg. El encuentro fue un flechazo intelectual y artístico. Nietzsche quedó