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Entrada destacada

RUTAS SECRETAS: LOS IMPERIOS FORJADOS POR EL COMERCIO ANTIGUO

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En el año 106 a. C., una caravana de miles de camellos, cargados con un botín cuyo valor superaba el de todo el tesoro de varias naciones, entraba en Roma. No era el botín de una guerra convencional, sino el fruto de una campaña meticulosa: el cónsul romano Aulo Gabinio había logrado, por fin, romper el monopolio de la  Ruta del Incienso . Durante siglos, tribus árabes como los nabateos habían tejido una red de comercio tan hermética y secreta que los propios romanos, obsesionados con el incienso y la mirra para sus rituales, creían que estas resinas crecían en jardines legendarios custodiados por serpientes aladas. La realidad era más prosaica y, a la vez, más profunda: el control de una ruta comercial no era solo una cuestión económica; era el arma definitiva para forjar y sostener un imperio. La narrativa histórica tradicional nos presenta estas rutas —la de la Seda, la del Incienso, las del Ámbar— como meros corredores de intercambio pacífico, donde mercancías exóticas fluían e...

"EL EMPECINADO": EL GUERRILLERO QUE HUMILLÓ A NAPOLEÓN Y POR ESO EL REY FELÓN LO AHORCÓ

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Castrillo de Duero, Valladolid, 1775. En el seno de una familia de labradores acomodados nace un niño que pasaría a la historia con un apodo que definiría su carácter:  "El Empecinado" . A principios del siglo XIX, mientras los ejércitos napoleónicos paseaban su poderío por Europa, un humilde campesino español, sin formación militar alguna, se erigiría en el azote de los franceses en Castilla. Juan Martín Díez no era un general, ni un noble, ni un político. Era un hombre del pueblo que, armado con un valor a prueba de bombas y un conocimiento profundo del terreno, demostró que un pueblo decidido puede humillar al ejército más poderoso del mundo. Su nombre, derivado de "pecina" (el cieno de las acequias de su pueblo), se convirtió en sinónimo de tenacidad y resistencia a ultranza. Mientras la Junta Central se refugiaba en Cádiz y los generales regulares sufrían estrepitosas derrotas, el Empecinado y sus hombres mantenían viva la llama de la rebelión en el corazón de ...