Los huevos de Fabergé son unos objetos decorativos en forma de huevo, elaborados con metales y piedras preciosas, que fueron creados por el joyero Peter Carl Fabergé y sus artesanos para los zares de Rusia y otros clientes distinguidos entre 1885 y 1917. Estos huevos se consideran obras maestras de la orfebrería, por su belleza, su complejidad y su originalidad. Además, son testimonios de una época histórica marcada por el esplendor y el ocaso de la dinastía Romanov, la última familia imperial rusa. El origen de los huevos de Fabergé La tradición de regalar huevos decorados en Pascua es muy antigua y tiene un significado simbólico de vida, renacimiento y esperanza. En la Iglesia ortodoxa rusa, la Pascua es la fiesta más importante del año y se celebra con tres besos y el intercambio de huevos pintados o esmaltados. La idea de crear huevos de Pascua con materiales preciosos se le ocurrió al zar Alejandro III, quien en 1885 encargó al joyero Peter Carl Fabergé un huevo especial para su
Felipe II fue uno de los reyes más poderosos de la historia llegando a gobernar un vasto imperio. Sin embargo, su vida personal estuvo marcada por la tragedia y la soledad. De sus cuatro esposas, solo una le sobrevivió, y de sus once hijos, solo tres le acompañaron hasta el final: dos de ellos fueron sus hijas, Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela {está última murió unos meses antes que su padre] fruto de su tercer matrimonio con Isabel de Valois, hija del rey de Francia y Catalina de Médicis. E stas dos infantas vivieron una época convulsa y apasionante, marcada por las guerras religiosas, las intrigas políticas, las alianzas matrimoniales y los conflictos dinásticos. Ambas hermanas tuvieron un papel relevante en la historia de España y de Europa, tanto por su condición de hijas del monarca más poderoso del mundo, como por su propia personalidad, cultura e influencia. Las infantas Isabel y Catalina de pequeñas La educación de las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela r