Los huevos de Fabergé son unos objetos decorativos en forma de huevo, elaborados con metales y piedras preciosas, que fueron creados por el joyero Peter Carl Fabergé y sus artesanos para los zares de Rusia y otros clientes distinguidos entre 1885 y 1917. Estos huevos se consideran obras maestras de la orfebrería, por su belleza, su complejidad y su originalidad. Además, son testimonios de una época histórica marcada por el esplendor y el ocaso de la dinastía Romanov, la última familia imperial rusa. El origen de los huevos de Fabergé La tradición de regalar huevos decorados en Pascua es muy antigua y tiene un significado simbólico de vida, renacimiento y esperanza. En la Iglesia ortodoxa rusa, la Pascua es la fiesta más importante del año y se celebra con tres besos y el intercambio de huevos pintados o esmaltados. La idea de crear huevos de Pascua con materiales preciosos se le ocurrió al zar Alejandro III, quien en 1885 encargó al joyero Peter Carl Fabergé un huevo especial para su
Munier desarrolló un talento excepcional para mostrar escenas cercanas, muy expresivas y llenas de movimiento, sobre todo donde aparecen niños en un ambiente rural. Su obra tiene una influencia clara de Baouguereau, al que admiró y del que fue alumno y posteriormente amigo. Un academicista por decisión Èmile Munier n ació en París el 2 de junio de 1840. Aunque no procedían de una familia de pintores, él y sus dos hermanos se interesaron desde muy jóvenes por este arte. Èmile Munier asistía a clases de dibujo, pintura, anatomía, perspectiva y química, pero siempre en relación con el teñido de lana, dirigiendo sus estudios hacia el arte de la tapicería para seguir los pasos de su padre. A los veintiún años se casó con Henriette Lucas, que era la hija de su profesor de dibujo. Por aquel entonces Émile era un artista de la tapicería, sin embargo pintaba también al lado de su suegro pintura de corte académico. En la década de 1860, y gracias a los avance