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EL ENIGMA DEL SUEÑO: SU FUNCIÓN, FASES Y LOS MISTERIOS QUE LO RODEAN

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MARIE-GUILLEMINE BENOIST, LA PINTORA QUE ROMPIÓ MOLDES

Marie-Guillemine realizó la primera pintura de la historia en contra del racismo y a favor de la emancipación de la mujer.

La pintora francesa se adelantó a su tiempo consiguiendo romper las rígidas normas que condicionaban y relegaban a la mujer a realizar sólo un tipo determinado de pintura.

Retrato de una mujer negra
Vieja moral y convencionalismo

Que una mujer se dedicara a la pintura profesionalmente en el siglo XVIII no era normal, pero tampoco nada fácil para la que así lo decidía.

Sin embargo, sí las hubo. Eran una rareza y normalmente pertenecientes a la burguersía o a la aristocracia.

En los últimos años del siglo XVIII y principios del XIX coincidieron en Francia un pequeño grupo de mujeres artistas entre las que destacaron Margerite Gérard, Angélique Monjes, Anne Vallayer-Coster, Élisabeth Vigée-Lebrún y Marie-Guillemine Benoist. Todas ellas consiguieron superar la severa moral de la época y hacer realidad lo que más les gustaba, pintar.

No obstante, su pintura siempre estuvo sujeta a rígidas normas y convencionalismos. La temática de sus obras se reducía a escenas moralizantes, familiares y retratos.

Una de estas mujeres, Marie-Guillemine Benoist, habría de acabar con la rigidez de la normas y en encasillamiento femenino en la pintura.

Autorretrato
Cambios sutiles

Marie-Guillemine Benoist, de soltera de Laville-Leroux (1768-1826), cultivo el estilo neoclásico dentro de la temática histórica y de género.

Marie-Guillemine había nacido en el seno de una familia de la aristocracia francesa, y su padre ocupó importantes cargos en la administración de la corona, entre ellos un ministerio con Luis XVI y más tarde puestos diplomáticos, como el de cónsul en Rotterdam.

Inició su formación pictórica a los trece años con la artista de moda en la época, Élisabeth Vigée-Lebrun, pintora favorita de la reina María Antonieta.

Cinco años después habría de ser alumna, junto con una de sus hermanas, del afamado pintor francés Jacques.Louis David, pintor muy influyente en el estilo neoclásico que imperaba en la rígida moral de los últimos años del Antiguo Régimen.

Maire-Guillemine expuso por primera vez en el Salón de París, con notable éxito, cuando tenía veintitrés años. La temática de su cuadro era de asunto mitológico Psique despidiéndose de su familia.

En estos años Benoist sigue apostando por la temática mitológica (como en La Inocencia entre el vicio y la virtud), aunque sin embargo va a insertar pequeños y sutiles cambios “feministas” en sus obras, como el hecho de aparecer, por ejemplo, el “vicio” en forma de varón y no de mujer como se venía representando tradicionalmente.

Aunque en 1793 se va a casar con el banquero Pierre-Vicent Benoist, la artista va a seguir trabajando. Pero a partir de la década de los 90 la pintura de Maire- Guillemine va a experimentar importantes cambios. Empieza a desprenderse de la influencia de David y se va a dedicar a la pintura de género. Su carrera es ya todo un éxito.

La inocencia entre el vicio y la virtud 
Rompiendo moldes

Sería en el Salón del año 1800 cuando Marie-Guillemine habría de presentar una obra totalmente rompedora: Retrato de una negra (hoy en el Museo del Louvre), representando a una joven negra, criada de su cuñado, semidesnuda y con un seno al descubierto.

La obra no sólo sorprendió porque la temática no era propia de una mujer artista de aquel tiempo, sino por presentar a una mujer de raza negra como protagonista y además plasmarla siguiendo la convención tradicional europea, reservada a mujeres blancas de clase alta.

Como era de esperar, y aunque las respuestas a la obra de Benoist fueron variadas, abundaron las reacciones negativas a la pintura. Muchos críticos no dudaron en atacar a la artista, calificando a la obra de “horror”, por haber vulnerado las normas estéticas de la época, sobre todo aquellas que se esperaban de una mujer dedicada a la pintura.

Sin embargo, hoy los estudiosos coinciden en señalar que la obra de Marie-Guillaumine Benoist supuso mucho más que una simple “osadía” estética y temática.

Paulina Bonaparte
La obra fue realizada sólo seis años después de la abolición de la esclavitud en las colonias francesas (en Francia estaba prohibida pero seguía practicándose), por lo que algunos autores sugieren que Benoist quiso celebrar con ella la ley que abolía la esclavitud colonial  (esta duraría poco, pues en 1802 Napoleón la restauraría de nuevo a su llegada al poder imponiendo duras restricciones legales y sociales a las mujeres y a la inmigración negra a Francia) convirtiéndola en un alegato contra el racismo y en favor de la emancipación de la mujer (coincidiendo con la Revolución Francesa, se había producido en Francia un breve aunque notable movimiento de corte feminista en el país, y todo parece indicar que, pese a sus simpatías monárquicas, Marie-Guillaumine no dudó en mostrar su adhesión a aquellas ideas). Un doble mensaje que Benoist incluyó al plasmar la figura de la joven negra, que simbolizaba al mismo tiempo la esclavitud y a opresión de la mujer en la época.

Con esta obra, además, la pintora dejaba atrás el estilo de sus obras anteriores, por lo general retratos y pinturas de género realizadas al pastel.

Tres años más tarde, Napoleón Bonaparte, en aquel momento Primer Cónsul, le encargaría a Marie-Guillemine un retrato suyo con destino a la ciudad de Gante.

En 1804, la pintora francesa recibió una medalla de oro del Salón y obtuvo una pensión gubernamental. También por entonces abrió un taller exclusivamente para mujeres a las que enseñaba pintura.

Sin embargo, con la llegada de la Restauración, su marido el conde Benoist, monárquico convencido, fue nombrado miembro del Consejo de Estado y ella, al parecer, hubo de abandonar la pintura cuando gozaba del mejor momento de su carrera.






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