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"EL EMPECINADO": EL GUERRILLERO QUE HUMILLÓ A NAPOLEÓN Y POR ESO EL REY FELÓN LO AHORCÓ

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Castrillo de Duero, Valladolid, 1775. En el seno de una familia de labradores acomodados nace un niño que pasaría a la historia con un apodo que definiría su carácter:  "El Empecinado" . A principios del siglo XIX, mientras los ejércitos napoleónicos paseaban su poderío por Europa, un humilde campesino español, sin formación militar alguna, se erigiría en el azote de los franceses en Castilla. Juan Martín Díez no era un general, ni un noble, ni un político. Era un hombre del pueblo que, armado con un valor a prueba de bombas y un conocimiento profundo del terreno, demostró que un pueblo decidido puede humillar al ejército más poderoso del mundo. Su nombre, derivado de "pecina" (el cieno de las acequias de su pueblo), se convirtió en sinónimo de tenacidad y resistencia a ultranza. Mientras la Junta Central se refugiaba en Cádiz y los generales regulares sufrían estrepitosas derrotas, el Empecinado y sus hombres mantenían viva la llama de la rebelión en el corazón de ...

SAMUEL VAN HOOGSTRATEN: UN PINTOR BARROCO DE PERSPECTIVAS

Pintó escenas de género y retratos, pero es más conocido como un especialista en efectos de perspectiva.

También son famosas sus peep-show cajas que muestran un mundo pintado en miniatura visto a través de una pequeña abertura. 




Siglo de Oro holandés

# main_activity.xml ... ... La pintura holandesa del Siglo de oro, que abarca el siglo XVII, posee muchas de las características del Barroco europeo, sin embargo, carece normalmente de la idealización y el esplendor típicos de este. No obstante, la mayor parte de las obras de estos artistas holandeses (fue un periodo muy fecundo en diversos géneros) reflejan un detallado realismo.

Otro rasgo distintivo es la escasez de pintura religiosa (el calvinismo holandés la vetaba en las iglesias por lo que el arte holandés tuvo que reinventarse tras el corte con la tradición cultural católica), aunque si eran aceptados los temas en las casas privadas, pero se produjeron relativamente pocos.


Hubo también pintura de historia y retratos, pero el período destaca más por una amplia variedad de otros géneros (más fáciles de vender y mejor aceptados por el público), subdivididos en numerosas categorías especializadas, como escenas de la vida campesina, paisajes, paisajes urbanos, o con animales, marinas, flores y bodegones.

Los holandeses del siglo XVII influyeron de manera decisiva en el desarrollo de estos géneros ya que las Provincias Unidas era la nación más próspera de Europa, liderando el comercio, la ciencia y el arte. El arte holandés, especialmente, era motivo de orgullo nacional. Así, salvo los retratos, la mayor parte de los cuadros se realizaban sin venir precedidos de un encargo específico, a diferencia de lo que ocurría en el resto de Europa.

Los visitantes de los Países Bajos se sorprendían de las enormes cantidades de arte que allí se producían y las grandes ferias en las que se vendían muchos cuadros. Aunque con tal volumen de producción, los precios eran bastante bajos, excepto en el caso de los mejores artistas. Los que no gozaban de gran reputación o que pasaban de moda, incluyendo muchos hoy considerados entre los más grandes del período, como Vermeer, Hals y Rembrandt en sus últimos años, tuvieron considerables problemas para ganarse la vida (muchos tenían otros trabajos o tuvieron que abandonar la pintura) o murieron pobres.


Peep-Show

La mayoría de los cuadros eran pequeños, salvo los retratos de grupo (la pintura mural se cultivó poco) ya que se prefería colocar lienzos enmarcados cuando se necesitaba decorar la pared de un edificio público.

Según los expertos, la calidad técnica de los artistas holandeses de este periodo era generalmente muy alta. La mayoría de estos se continuaron formando como aprendices de un maestro en su taller. Pero proliferaron las corporaciones profesionales de pintores. Ya no solamente estaba la famosa Guilda de San Lucas, sino que aparecieron otras nuevas como la de Ámsterdam, Gouda, Rótterdam, Utrecht, Delft y la de Leiden.





Aunque la pintura de paisaje tuvo mucho éxito en el momento, sin duda, la pintura de género fue la que gozó de una mayor popularidad, siendo rasgo más característico de la pintura holandesa de la época.

Dentro de la pintura de género se distinguían categorías dentro de este género: figuras solas, familias campesinas, escenas de taberna, fiestas de la «alegre compañía», mujeres trabajando en sus hogares, fiestas en la ciudad o en el pueblo, mercados, barracones, con caballos o animales de granja, en la nieve, a la luz de la luna, etc. Cada clase tenía un término específico, y los artistas solían especializarse en uno de estos sub-géneros.










Fue tal la consideración y el reconocimiento que tuvieron estos pintores y sus obras que los historiadores del arte señalan que ningún pintor holandés de los doscientos años posteriores fueron reconocidos fuera de los Países Bajos.


Van Hoogstraten

Uno de estos pintores holandeses del Siglo de Oro fue Samuel Dirksz van Hoogstraten (1627-1678).
Este artista fue primero alumno de su padre, Dirk van Hoogstraten, mientras vivía en Dordrecht hasta alrededor de 1640. Cuando este murió, Samuel cambió su residencia a Ámsterda, y entró en la escuela de Rembrandt.



Autorretrato

Al terminar su aprendizaje comenzó como maestro y pintor de retratos. También por esa época realizó viajes a Viena, Roma y Londres, retirándose finalmente a Dort. Allí se casó en 1656, y tuvo un cargo como preboste de la ceca.

A lo largo de su carrera Van Hoogstraten incursionó e imitó diferentes estilos, particularmente a su maestro Rembrandt, pero hacia finales de 1650 empieza a adquirir una identidad propia que lo caracterizará.

Además de por sus retratos asomados a la ventana, se distinguirá por su habilidad como pintor de arquitectura y perspectivas. Hoogstraten también empleó su habilidad con la perspectiva para construir cajas «peepshow» donde se ven en miniatura (a través de pequeños agujeros a cada lado de la caja) interiores de casas en tres dimensiones.

Van Hoogstraten, además de pintor y grabador, también fue poeta y dramaturgo, hombre político y ensayista de arte. Su tratado más importante sobre pintura es: Introducción a la Academia de Pintura , Rótterdam 1678, que es por su tamaño y amplitud teórica uno de los tratados de pintura más ambiciosos publicados en los Países Bajos en el siglo XVII.




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