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FERNANDO VII: EL REY FELÓN QUE TRAICIONÓ VARIAS VECES A SU PUEBLO

  Fernando VII fue uno de los reyes más polémicos y controvertidos de la historia de España. Su reinado, que abarcó desde 1808 hasta 1833, con una breve interrupción entre 1810 y 1814, estuvo marcado por las guerras, las conspiraciones, las intrigas, las revoluciones y las traiciones. Fernando VII Primera traición Fernando VII traicionó a su pueblo en varias ocasiones, tanto por acción como por omisión, y se ganó el apodo de "el rey felón" por su falta de lealtad, de honradez y de respeto a la Constitución y a las Cortes. La primera traición de Fernando VII se produjo en 1808, cuando se alió con Napoleón Bonaparte para derrocar a su padre, Carlos IV, y hacerse con el trono de España. Fernando VII aprovechó el descontento popular contra Carlos IV y su valido, Manuel Godoy, que habían firmado el Tratado de Fontainebleau con Francia, permitiendo el paso de las tropas francesas por territorio español para invadir Portugal. Fernando VII encabezó una conjura palaciega contra su pa

HISTORIA DEL CALENDARIO ACTUAL: LA IMPORTANTE APORTACIÓN DE ERUDITOS Y UNIVERSIDADES ESPAÑOLAS

Desde etapas muy tempranas del hombre, este, se dio cuenta que le era de vital importancia para su supervivencia llevar un registro cronológico del tiempo para poder anticiparse a los ciclos naturales y llevar a cabo sus actividades.

El calendario, pues, surge en las distintas civilizaciones de la Tierra por la vital necesidad humana de medir el transcurrir del tiempo.

Calendario solar

Ciclos naturales 

Los ciclos naturaes más evidentes son el día y la noche (que da lugar a la medición de las horas), la lunación (que da lugar a los meses cada más o menos 29 días por los 4 cambios que presenta la luna que serían cada 7 días cada uno, es decir, una semana) y el año solar (determinado por el movimiento del sol y las constelaciones a lo largo de 365 dias y vuelta a empezar). 

También existió otro tipo de medición como el calendario sideral, fundamentado en el movimiento terrestre respecto de otros astros diferentes al Sol.



Así surgieron los diferentes calendarios de las civilizaciones más antiguas como la inca, la helénica, la maya, la egipcia, la babilónica, o la celta, todas ellas de signo religioso.

Más tarde, los calendarios se fueron adaptando al ámbito civil y así surgieron y generalizaron en el mundo los calendarios actuales como el budista, el chino, el musulmán, el persa o el gregoriano.

Posiblemente, el calendario solar más antiguo de la historia sea el egipcio, cuyo uso se remonta a principios del tercer milenio a.C. (aunque al parecer, no hace mucho tiempo unos arqueólogos ingleses hallaron en un monumento mesolítico de Aberdeenshire, en escocia, un tipo de calendario basado en las fases del sol y la luna, que podría estar datado en ocho mil años a.C. 

Los egipcios fueron también quienes introdujeron las estaciones del año basándose en los cambios que sufría el Nilo, aunque serían los babilonios los que primero usaron el sistema de siete días, intercalando un día extra de vez en cuando para completar los 29 de un mes. El de los persas ya tenía doce meses de 30 días.

Así, de una u otra manera estas formas de medir el tiempo fueron adoptadas o adaptadas por los pueblos vecinos de estas civilizaciones, incluído el Imperio romano.

Calendario romano

Calendario romano

Hoy día el calendario cívico más utilizado en el mundo, principalmente en occidente, es el gregoriano, y que, en términos generales dura 365 días repartidos en doce meses y cuatro estaciones. Pero los orígenes de este se remontan a otro calendario romano más lejano, el juliano.

El propio término calendario procede del término romano calenda, es decir, el primer día del mes del calendario romano, haciendo referencia a la "llamada" de la luna nueva cuando se ve por primera vez.

Los romanos adoptaron el sistema de ocho días, donde el octavo era el nundinae o día del mercado. Según parece fue Constantino quién modificó esto acoplándose la medición del calendario a los siete días, aunque se conservaron los nombres romanos de los días que correspondían a los astros. El lunes día de la luna, martes día de marte, miércoles día de mercurio, jueves día de júpiter, viernes día de venus, el sábado día de saturno y el domingo (Dominucus) se consagró a dios.

Ciclos lunares

Los romanos originariamente utilizaron un calendario solar de diez meses, cada uno con treinta o treinta y un días alternativos para hacer coincidir las vueltas que da la luna a la tierra con las que da la tierra al sol. Este calendario empezaba en marzo, dedicándose algunos meses a los dioses como marte, o siemplemente se les asignó el número que les correspondían, por ejemplo, septiembre porque era el séptimo, con la duración total de 304 días. Pero al final, terminaban quedándose 50 días sin mes, y con el transcurrir del tiempo las estaciones del año no correspondían con los meses. Así pues, este calendario sufrió sucesivos modificaciones para ajustarlo.

Numa Pompilio, segundo rey romano, fue quien inventó los meses de enero y febrero. El calendario así paso a tener doce mese (unos con 31 días y otros con 29 y febrero con 28) y 355 días. Aún así el año quedaba corto en once días con respecto al año solar por lo que Numa Pompilio ordenó añadir un més de 22 días cada segundo y sexto año y de 23 días cada cuarto y octavo. Esto suponía un ciclo de ocho años. Al mes intercalado se le llamó Mercedonius. Sin embargo, las autoridades religiosas seguían teniendo el poder de decidir cuáles años serían más largos y cuáles más cortos si eso les convenía para el culto de los dioses.

Julio César

Calendario juliano

Fue el emperador Julio Cesar en el año 45 a.C., encargando la elaboración de un calendario al astrónomo alejandrino Sosígenes, quién puso fin a todas las disputas y desajustes adaptando en primera instancia para el Imperio romano la duración del año en 365 días y seis horas, empezando el 1 de enero y terminando el 31 de diciembre, y con un margen de error sobre el actual calendario de 11 minutos y 14 segundos al año.

El desfase con respecto al año solar se lograba solventar con el invento de los años bisiestos (un añadido que se atribuye al emperador Augusto). A partir de ese momento los años con 366 días se darían cuando fuesen múltiplo de 4, con excepción de los años múltiplos de 100, aunque sí los de 400.

Ya no coincidían los nombres de los meses, pero resultaba más práctico, aunque la enumeración de los años tampoco era como ahora, sino por los años del reinado de los monarcas o emperadores. 

Calendario gregoriano

Aún así, el calendario juliano seguía contando con algunas desviaciones a la hora de hacer coincidir  el año civil con el año trópico o tropical  (tiempo que transcurre entre dos pasos sucesivos del sol por el primer punto de aries, cuya duración es de 365, 24 días de tiempo solar medio).

Esto daba como resultado que cada 128 años se tenía que aumentar un día entero, por lo que con el paso de los años se originó un desconcierto en el calendario de las fiestas eclesiásticas, pues por ejemplo, en el siglo XVI el equinoccio de primavera se había adelantado 10 días.

Papa Gregorio XIII

Por ello, el docto papa Gregorio XIII aprovechó la celebración del Concilio de Trento para indicar la urgente necesidad de la reforma del calendario. 

Para tal empresa se creo la "Comisión del Calendario" formada por el cardenal Sirleto (asesor jurista francés), Serafín Olivario (auditor de La Rota), Vicento Lauredo (asesor teólogo y obispo de Mondovi), Antonio Giglio, Juan Bautista Gabio, Ignacio Ganti (matemático dominico), Christopher Clavius (jesuita alemán), Ignacio de Antioquía y los españoles Julian Salom y el presbítero toledano Pedro Chacón (matemático, teólogo y profesor de la Universidad de Salamanca). 

En un primer momento, se solicitó el estudio y la opinión del matemático Carlos Octaviano Lauro, que la presentó en 1575. Sin embargo, no fue hasta dos años después que la reforma se puso verdaderamente en marcha cuando Antonio Giglio (o Lilio) presentó ante el papa el estudio con un calendario ya corregido, bosquejado por su hermano Luis, fallecido unos meses antes, en colaboración con el jesuita alemán Christopher Clavius. Esta propuesta, que luego formaría la base del calendario gregoriano adoptado en 1582, se basaba en los informes de la Universidad de Salamanca de 1515 e igualmente en las Tablas Astronómicas Alfonsies (de Alfonso X el Sabio) elaboradas en el siglo XIII donde se asignaba al año trópico un valor de 365 días, 5 horas, 49 minutos y 16 segundos (tomado como válido hasta hoy).

El 5 de enero de 1578 se enviaron Breves (síntesis elaborada por el prebítero español Pedro Chacón) a todos los príncipes católicos para que colaborasen con su apoyo y con el estudio por parte de sus universidades y sabios al proyecto de la reforma del calendario.

Calendario 365 días

Así, lo recibieron los sabios de España, Francia, Italia, Portugal, Hungria y las universidades de Padua, París, Viena, Colonia, Lovaina, Alcalá y Salamanca.

Aunque no todos los estudiosos consiguieron ponerse de acuerdo y aprobarlo, esto sí acurrió en las universidades españolas de Salamanca y Alcalá. 

Una vez recibidas y estudiadas todas las aportaciónes, la Comisión procedió a la elaboración definitiva de un documento que presentó para su firma al papa Gregorio XIII en febrero de 1582. Este, la firmó el 24 y el 3 del mes siguiente, mediante la Bula "Inter Gravíssimas" ya se envió a todas las iglesias y príncipes católicos para la aplicación de este calendario suprimiendo el anterior, el juliano. 

El documento concluía que el 5 de octubre de ese año pasaría a ser el día 15, suprimiéndose así los diez días sobrantes de un plumazo y restableciéndose así la cronología eclesiástica y civil con la tropical y previniendo para el futuro nuevas confusiones con la aplicación de una regla para los días intercalares (una más exacta ecuación lunar).

Con esta reforma fue con la que finalmente se crearía el calendario actual o gregoriano (denominado así por su promotor), el cual sigue teniendo el desfase de un día con respecto al año tropical cada 7.700 años.

Pedro Chacón

La aportación española

Sobre la aportación española a la elaboración del calendario gregoriano, que sigue vigente hoy día, se tiene constancia gracias a la documentación de la nunciatura española guardada en el Archivo Secreto Vaticano y que se puede consultar.

Esta documentación comienza en 1578 y consta, entre otras cosas, de la correspondencia remitida por el nuncio Felipe Sega al cardenal de Como en Roma sobre el progreso y la recepción de los estudios de los sabios de las universidades de Alcalá y Salamanca así como la del maestro Juanelo Turriano, un arquitecto, ingeniero e inventor italiano bajo la protección de la corona española al que Felipe II, muy implicado y preocupado en la reforma del calendario, pidió expresamente que hiciera sus propios cálculos.

El 4 de enero de 1580, con la aprobación del rey, se mandan las conclusiones de Alcalá, Salamanca y Turriano para transmitirlas al papa Gregorio XIII a través de Sega. Finalmente, en la ciudad del Vaticano son recibidas el 22 de febrero por la Secretaría de Estado.

El calendario gregoriano fue implantado gradualmente por todos los países de la cristiandad en un principio, siendo España, Italia y Portugal, como estados católicos, los primeros en adoptarlo. En la actualidad, es el calendario cívico más utilizado en el mundo. 




 


 


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