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"PROYECTO ISLERO": AMBICIONES NUCLEARES DE ESPAÑA DURANTE LA DICTADURA DE FRANCO

El   Proyecto Islero   fue un intento de España, durante la dictadura de Franco y las primeras etapas de la transición democrática, para desarrollar su propia bomba atómica.  Este proyecto es uno de los más secretos del franquismo, buscaba dotar a España de los medios para una política exterior y de defensa independiente, una visión que era parte de la ideología nacionalista del régimen. Proyecto inicial Este proyecto fue concebido a finales de los años 50, tras la independencia de >Marruecos y la guerra de Ifni, con el objetivo de contener las ambiciones territori8ales de Marruecos y disuadirlo de invadir Ceuta, Melilla, las Islas Canarias y el Sáhara. La ayuda tecnológica francesa, en particular para la construcción de un reactor nuclear, fue crucial, ya que Charles de Gaulle apoyaba la idea de una potencia europea aliada y reacia a la OTAN.  Sin embargo, el proyecto enfrentó varios contratiempos y no prosperó inicialmente.  El "incidente de Palomares" en 1966, donde se

OPERACION HANNIBAL: LA GRAN TRAGEDIA EN EL MAR BÁLTICO AL FINAL DE LA 2ª GUERRA MUNDIAL

En enero de 1945 los ejércitos soviéticos progresaban inexorablemente hacia el mar Báltico preparando el asalto final sobre Alemania y dar así por concluida la Segunda Guerra Mundial.

En este contexto, la "Operación Hannibal" fue concebida por la Alemania nazi como una gran y desesperada evacuación naval para salvar a sus tropas, civiles y material de guerra de la costa báltica que iba a ser invadida de inmediato.

Navíos en el mar Báltico

Enero de 1945

La Segunda Guerra Mundial llegaba a su fin en los últimos meses del conflicto, mientras las fuerzas alemanas resistían desesperadamente contra la imparable ofensiva soviética que avanzaba hacia los territorios orientales del Reich alemán. 

Además, tras los Acuerdos de Yalta, en febrero de 1945, Stalin logró  obtener el desplazamiento de las fronteras de la Unión Soviética unos cientos de kilómetros hacia el oeste, a costa del territorio polaco, que en compensación recibirían los territorios alemanes en el este, incluyendo casi toda Silesia, la mitad de Pomerania, dos tercios de la Prusia Oriental, el este de Brandeburgo y una pequeña porción de Sajonia. La línea de los ríos Óder-Neisse se convirtió en la nueva frontera entre ambos países. Por ello, se planificó también la expulsión de la población de origen germánico de la zona y entregar los territorios vacíos a Polonia.




La invasión de Prusia Oriental comienza el 12 de enero. La ofensiva culmina con el cerco de la región once días después dejando a miles de soldados y más de 3 millones de civiles alemanes atrapados en la zona.

Conferencia de Yalta


La huida de cientos de miles de refugiados, mujeres, niños y ancianos abandonando sus hogares se torna dramática y desesperada para escapar del avance soviético debido al invierno de temperaturas glaciales (soportando temperaturas de hasta -25°C), la amenaza constante de la aviación y los tanques rusos y la falta de medios de transporte. Con todo, los refugiados tratan de llegar a los puertos del Báltico para evacuar hacia el oeste, pero las bajas por frío, hambre, enfermedades y acción de guerra se cuentan por cientos de miles.

Consciente del peligro que supone esta invasión para su gente, Karl Dönitz, en grado de gran almirante de la marina de guerra alemana (o Kriegsmarine) ordena la planificación y ejecución de una gran operación de evacuación de civiles y soldados bajo el nombre en clave de "Hannibal". 

Durante las siguientes 15 semanas (del 23 de enro al 8 de mayo) todas las unidades disponibles en el Báltico, incluyendo una heterogénea fuerza naval de buques de guerra y mercantes, son destinados a la gigantesca tarea de evacuar el mayor número posible de refugiados civiles y de soldados que iban siendo cercados por el avance soviético y evitar que cayeran en sus manos. 

Karl Dönitz


Las unidades del Ejército alemán, por su parte, luchan para defender los enclaves que hacen posible su supervivencia y ganar tiempo para la evacuación de cientos de miles de refugiados, manteniendo abiertas algunas rutas a lo largo de la costa.

Desde hace días, en los puertos de Pillau, Gotenhafen o Danzig, esperan ya unas 300,000 personas con la esperanza de encontrar un lugar en un barco para ser evacuados.

Por fin, el 25 de enero, el primer convoy de refugiados compuesto por los buques Robert Ley, Pretoria, Ubena y Duala abandonan Pillau. A bordo, alrededor de 25,000 heridos y refugiados, que alcanzan sin sufrir ataques el puerto de Kiel. 

El 27 de enero, el embarque de más de 60,000 refugiados comienza en el puerto de Gotenhafen, bajo una caótica situación que impide su adecuado control y registro. Los buques que salen, sobrecargados de gente y sin los suficientes medios de salvamento para el caso de una tragedia, son:  el Cap Arcona, el Deutschland, el Hansa, el Potsdam, el Wilhelm Gustloff y el buque de apoyo de balleneros Walter Rau. 

Wilhelm Gustloff


Wilhelm Gustloff

Pero la tragedia se cierne sobre el Wilhelm Gustloff, el otrora trasatlántico alemán y que fue utilizado como buque cuartel y alojamiento de troàs (la 2.ª Unterseeboote-Lehrdivision) durante la Segunda Guerra Mundial, recibe la orden el 28 de enero de evacuar a unas 10.582 personas, entre tripulantes, heridos graves, oficiales, suboficiales, marineros, mujeres del Cuerpo Femenino Auxiliar de la Kriegsmarine, refugiados y niños, aunque su capacidad máxima era para 1.865 pasajeros. 

A las 21:16 del 30 de enero, el S-13 ruso disparó cuatro torpedos contra el barco, que impactaron en la banda de babor del Wilhelm Gustloff, inutilizando los generadores y cortando el suministro de energía eléctrica. El barco comenzó a escorarse y hundirse, llevándose a unas 9.343 personas al fondo del mar, convirtiéndose así este naufragio en la tragedia marítima con mayor número de víctimas mortales de la historia. Debido a la amenaza de los submarinos ningún otro barco puede acudir a su rescate.

De febrero a mayo de 1945

Durante febrero casi todas las rutas terrestres, defendidas por los restos del 3.er Ejército Panzer alemán, son cortadas por el ejército soviético, Otro buque, el barco hospital General von Steuben, es hundido por otro submarino soviético dando como resultado casi 4.600 muertes. 

Refugiados alemanes huyendo a pie


En marzo, el ejército soviético consigue cortar todas las rutas terrestres de los alemanes, dejando el mar como única vía de escape. Los alemanes luchan por evacuar a miles de civiles y soldados atrapados en las ciudades en medio de bombardeos aéreos y una capacidad limitada de los puertos. 

En abril, la falta de combustible y municiones obligó a los barcos de guerra alemanes a inmovilizarse. Los refugiados son transportados en pequeñas embarcaciones a buques mayores bajo la cobertura de artillería antiaérea. El MS Goya también es hundido por el torpedo de un submarino soviético con unos 6.000 refugiados a bordo.

Mientras tanto, el 4 de mayo, el gran almirante Dönitz firmó una capitulación parcial con el mariscal Montgomery para que en el frente oriental la Marina pudiera continuar la evacuación en el Báltico hasta la 01:00 horas del 9 de mayo, momento en que todas las fuerzas alemanas capitularían sin condiciones.

Antes de que eso sucediera, se habría de producir otra gran tragedia marítima igualmente en medio del Báltico.

Cap Arcona


Cap Arcona 

El Cap Arcona fue antes de la guerra un lujoso transatlántico, apodado "la reina del Atlántico sur", y único «tres chimeneas» de la Marina Mercante alemana, cuya silueta asemejaba al Quenn Mary, que operaba en la línea entre Hamburgo y Sudamérica. En su interior, ningún detalle estaba dejado al azar: mobiliario de excelente factura, suite real, camarotes victorianos, jardín de invierno, gimnasio y cancha de tenis.

Durante 12 años, el Cap Arcona realizó ininterrumpidamente los fabulosos cruceros que le dieron reputación. En 1933 era el orgullo del Tercer Reich y navegaba con bandera nazi por todos los océanos. 

Pero al estallar la guerra,  tras la invasión a Polonia, el vapor fue amarrado al muelle en el puerto de Danzig (hoy Gdansk) y utilizado como vivienda flotante de la Kriegsmarine y más tarde como buque de transporte al servicio de esta. 

Así, durante la "Operación Hannibal", transportaría, en tres viajes, a 26.000 refugiados, prisioneros, heridos y tropas entre los sitiados puertos del este y el oeste del Báltico, entre Danzig y Copenhague. Pero durante la última travesía sus motores se averiaron y tuvieron que ser reparados en un astillero escandinavo a fín de poder regresar a la bahía de Lübeck (puerto alemán del mar Báltico), donde arribó el 14 de abril y siendo allí anclado porque estaba casi inservible.

Refugiados en el puerto de Pillau


Pero ese mismo día, Heinrich Himmler, oficial de alto rango de las SS, dio la orden de no dejar ningún prisionero del campo de concentración de Neuengamme vivo en manos de los aliados para que las atrocidades de los campos de exterminio quedaran ocultas para siempre y evitar juicios futuros.

Este campo era el más grande de Alemania, a 25 km. de Hamburgo, y aunque los aliados se lo encontraron vacío cuando llegaron el 4 de mayo, había albergado unos 106.000 deportados de todas las nacionalidades, especialmente franceses y rusos.

Pero la eliminación de los cuerpos en los crematorios era demasiado lenta, así que decidieron sacar a los deportados por las carreteras y someterlos a infernales marchas a pie hasta el puerto de Lübeck.

Las “caminatas de la muerte” adquirieron dimensiones trágicas y constituyeron para las SS, en esos últimos días de la guerra, un medio terriblemente eficaz de exterminar a los últimos supervivientes de los campos de concentración. Muchos detenidos fueron pasados por las armas, asesinados en las cunetas de un disparo en la nuca. Pero algunos lograron resistir a los golpes, la sed y el hambre, esperando al fin de la guerra, que veían ya cerca, para salir del infierno. 

Refugiados apiñados en buques


La intención de los dirigentes nazis, que buscaban a cualquier precio un modo de borrar toda huella de los deportados, era que los supervivientes que llegasen al puerto de Lübeck fueran amontonados y embarcados en el Cap Arcona, allí anclado, para hundirlos en alta mar. . Los cargueros Thielbek, Athen y Deutschland, presentes en la bahía, serían también preparados para cumplir el mismo siniestro objetivo, estos con la misión de trasportarlos desde el puerto al buque que estaba fondeado a unos 4 km. en alta mar.

El 18 de abril, las SS informaron a los capitanes de la “operación especial” que se estaba preparando. En principio estos se negaron, pero tras la amenaza de ser fusilados, finalmente optaron por colaborar.

Entre 19 al 26 de abril, más de 11.000 prisioneros llegaron a pie al puerto de Lübeck, la Cruz Roja sueca intentó en vano negociar su rescate con Himmler, pero sin resultados. El embarque comenzó el 20 de abril.

Para mayor éxito de la operación, los militares nazis quitaron todos los chalecos salvavidas, así como los bancos o las banquetas que podían utilizarse como balsas, y los guardaron bajo llave en el pañol del Cap Arcona.

Durante varios días fueron subiendo a los prisioneros, hombres, mujeres y niños famélicos, también los provenientes del campo de concentración de Stutthof, cerca de Danzig, en Polonia.

Finalmente, a bordo se podían contabilizar 6500 deportados y 600 guardias de las SS. Para los prisioneros, la visión no podía ser más surrealista, les hacían pasar sobre las alfombras persas y los elegantes restaurantes victorianos para en última instancia ser amontonados a razón de 20 por camarote, eso si, sin el precioso mobiliario para poder tener más espacio.

Campo de concentración de Neuengamme

 
Sin embargo, rápidamente el lujoso barco se transformó en un verdadero infierno. Todos los días morían allí de 20 a 30 deportados, ya sea por enfermedades, hambre, sed o el hacinamiento. Casi no había comida ni bebida. Diariamente, una lancha traía agua potable y regresaba a Lübeck con los muertos. El hedor por la superpoblación y los muertos se hacía cada vez más insoportable.

Casi "in extremis" la Cruz Roja sueca tuvo éxito en sus negociaciones y se llegó a un acuerdo para facilitar el rescate de los detenidos franceses. Como la derrota alemana era un hecho consumado, con esta medida de clemencia respecto de algunos detenidos, los nazis esperaban una reducción de las sanciones que sin duda les impondrían los países vencedores.

Pero de repente, el 3 de mayo, mientras submarinos alemanes maniobraban en la bahía de Lübeck y se preparaban para disparar los mortales torpedos con el fin de hundir el Cap Arcona, irrumpieron los tanques británicos. Los alemanes se pusieron a cubierto para combatir.

La mañana de ese mismo día, un avión inglés había efectuado un vuelo de reconocimiento sobre la bahía de Lübeck y había observado al Cap Arcona. Presintiendo su inminente liberación, los deportados le habían hecho señales con sus manos, pero el aparato, volando a unos 10.000 pies, no le fue posible identifica la naturaleza de las personas a bordo del buque. Los soldados nazis entonces abrieron fuego con baterías antiaéreas contra el avión. 

Cap Arcona incendiándose

Al mediodía, dos oficiales británicos se presentaron en la oficina de la Cruz Roja sueca, en Lübeck, para informarse sobre todos los detalles de los buques prisiones. Tras haber escuchado el informe que incluía al Cap Arcona como tal, prometieron actuar en consecuencia. 

Lamentablemente, era demasiado tarde para desviar la operación lanzada. Varios aviones de la Royal Air Force (RAF) se presentaron en la bahía de Lübeck. Cuatro escuadras de cazabombarderos Typhoon de la Segunda Fuerza Aérea Táctica se ubicaron en posición de ataque. Los nazis colocaron en sus barcos militares banderas blancas; pero mantuvieron la bandera hitleriana en el Cap Arcona, el Athen, el Thielbek y el Deutschland, abarrotados con prisioneros.

A las 14.30 horas, la visibilidad era buena en la bahía de Lübeck. Se inició el ataque. El Cap Arcona y los demás buques fueron bombardeados y ametrallados por los cazabombarderos. 

Completamente incendiado, el Cap Arcona comenzó a hundirse. A bordo, los detenidos sabían que disponían de muy poco tiempo para escapar. Bertram, el capitán, dejó el puente cubierto de humo abriéndose camino a golpes de machete a través de la masa de prisioneros y abandonó el barco. Los SS aterrorizaban a los detenidos disparando con sus ametralladoras. Muchos de los botes de salvamento fueron perforados. Sólo uno fue lanzado al mar por los SS para escapar. 

Avión inglés Typhonn


Presas de un pánico indescriptible, los deportados que no fueron asesinados durante el ataque, ni se habían quemado o ahogado en su prisión, se abalanzaron hacia el puente y se arrojaron al agua, donde intentaron aferrarse a los tablones que flotaban. La mayoría se ahogó. El resto nadó en aguas glaciales. Muchos de estos murieron ametrallados por los caza ingleses que iban y venían volando al ras del mar. Algunos detenidos fueron rescatados por pescadores alemanes que socorrían a las víctimas.

En tierra, los primeros supervivientes solicitaron a las tropas británicas que enviaran urgentemente botes de salvamento. 

Había 4.500 detenidos a bordo del Cap Arcona, 2.800 en el Thielbek y 1.998 en el Athen; lograron salvarse 316 del Cap Arcona, 50 del Thielbek y la totalidad de los del Athen, que fue el que tuvo más suerte. En total, 7500 prisioneros de guerra, de 28 nacionalidades, fueron asesinados en menos de 30 minutos durante esta incursión aérea.

El Cap Arcona, pues, se había convertido en la segunda mayor tragedia marítima de la historia, por número de fallecidos. Cuatro días más tarde, el 8 de mayo, la guerra terminaba en Europa.

En la euforia del triunfo, los diarios ingleses e internacionales sólo mencionaron el "brillante ataque" de los aviones ingleses. 

Submarino soviético S-13


Ningún gobierno británico se refirió jamás a la muerte de los 7500 deportados de la bahía de Lübeck asesinados por su aviación. Nunca hubo ofrenda de flores ni discursos en su memoria. Los supervivientes, eso sí, hicieron construir un cenotafio de piedra en el que se lee en grandes letras negras: "A la memoria eterna de los deportados del campo de concentración de Neuengamme. Murieron durante el naufragio del Cap Arcona el 3 de mayo de 1945".

La tragedia, aún hoy ignorada por el mundo, y según algunos expertos provocada a propósito por fuerzas de las SS en el ocaso del nazismo, ha sido censurada también durante más de setenta años por ingleses y franceses, aunque constituye una de las mayores tragedias marítimas de la historia alemana y del mundo, junto al Wilhelm Gustloff, el  General von Steuben y el Goya, ocurridos en el mismo escenario bélico con solo meses de diferencia.

Las autoridades británicas explicaron más tarde que la presencia de una flotilla militar alemana junto al Cap Arcona les había inducido al error, pensando que el barco estaba ocupado por militares alemanes.

En el año 2000, el historiador alemán Wilhelm Lange afirmó que los británicos sabían de la existencia de estos buques prisiones un día antes de sus bombardeos, pero que esta información no se había dado a conocer. 

Cenotafio a las víctimas de la bahía de Lübeck

Muchos oficiales de las SS del campo de Neuengamme fueron juzgados entre 1945 y 1948 por tribunales militares ingleses. Pero ninguno de los muchos otros alemanes, culpables o cómplices del asesinato de los deportados del Cap Arcona y del Thielbek, fue juzgado ni por una corte británica ni por una corte alemana. Los archivos de la operación sobre Lübeck no se abrirán hasta el 2045.

Durante las últimas 15 semanas de la Segunda Guerra Mundial, la Marina alemana llevó a cabo una operación de rescate sin precedentes para salvar a millones de refugiados de los avances del ejército ruso. A pesar de las difíciles condiciones y la constante amenaza de ataques aéreos y minas, casi 2 millones de personas fueron evacuadas en unas 1,081 embarcaciones, incluyendo a más de 250,000 que fueron transportadas en buques de guerra. Y aunque hubo pérdida de vidas en algunos de los barcos hundidos, el número de rescatados superó con creces el número de fallecidos. 

La operación de rescate de la Marina alemana es considerada por muchos historiadores como la mayor y más exitosa operación de rescate de todos los tiempos.

A la tragedia de la bahía de Lübeck se la califica como un verdadero crimen de guerra. El drama ha permanecido impune e ignorado por los libros de historia, pero hasta los años setenta del siglo XX, el mar Báltico estuvo arrojando los cadáveres y restos de los prisioneros asesinados.

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