JUICIOS DE NUREMBERG: LA CONDENA A LA MAQUINARIA DEL MAL Y EL NACIMIENTO DE LA JUSTICIA GLOBAL

En la noche del 23 de mayo de 1423, un anciano de 94 años moría en el castillo de Peñíscola, a orillas del Mediterráneo. Había sido el hombre más poderoso de la cristiandad y, al mismo tiempo, el más odiado. Pedro Martínez de Luna, conocido como el Papa Luna, fue el único pontífice de la historia que se negó a renunciar a su título incluso cuando reyes, santos y emperadores se lo exigieron. Su terquedad legendaria dio origen a la expresión "mantenerse en sus trece" (en referencia a su nombre papal, Benedicto XIII), y su vida es una de las historias más épicas y trágicas de la Edad Media.
Pedro Martínez de Luna nació en el castillo de Illueca (Zaragoza) en 1328, en el seno de una de las familias más poderosas de Aragón. Los Luna estaban emparentados con reyes y arzobispos, y Pedro fue destinado a la carrera eclesiástica por ser el segundo hijo varón.
Estudió Derecho Canónico en la Universidad de Montpellier, donde destacó como alumno y luego como profesor. Su inteligencia y carácter firme lo llevaron a ser nombrado cardenal en 1375 por el papa Gregorio XI.
En 1378, Gregorio XI murió en Roma, donde había regresado tras décadas de papado en Aviñón. El cónclave para elegir su sucesor fue un desastre:
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Cardenales divididos en facciones francesas e italianas.
Presión popular: Una turba romana irrumpió exigiendo un papa italiano.
Elección forzada: Bartolomeo Prignano (Urbano VI) fue elegido bajo amenazas.
Los cardenales franceses declararon nula la elección y eligieron a Clemente VII como papa rival, quien se instaló en Aviñón. Pedro de Luna, inicialmente leal a Urbano VI, se unió a la obediencia de Aviñón tras convencerse de que la elección había sido ilegítima.
Tras la muerte de Clemente VII, Pedro de Luna fue elegido papa por 20 de 21 cardenales. Adoptó el nombre de Benedicto XIII y prometió resolver el cisma... pero una vez en el poder, se negó a renunciar.
Francia retiró su apoyo y sitió el palacio papal durante 5 años (1398-1403). Benedicto XIII escapó milagrosamente y huyó a Nápoles, pero perdió el apoyo de Portugal, Navarra y casi todos sus cardenales.
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Castillo de Peñíscola |
En 1415, tras ser declarado hereje en el Concilio de Constanza, se refugió en el castillo de Peñíscola. Lo convirtió en sede papal:
Biblioteca con 2,000 manuscritos (incluyendo textos de alquimia y astrología).
Reliquias sagradas y el misterioso Códice Imperial.
En 1418, agentes del papa Martín V envenenaron sus dulces favoritos (citronat) con arsénico. Sobrevivió porque:
El azúcar neutralizó parcialmente el veneno.
Su médico, Jerónimo de Santa Fe, le administró un antídoto basado en especias y azúcar.
Según las leyendas, poseía un pergamino de Constantino el Grande que contenía secretos capaces de "helear la sangre y tambalear la fe". Tras su muerte, el documento desapareció.
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Escudo de Benedicto XIII |
Murió en 1423 a los 94 años, abandonado por todos excepto por un puñado de fieles. Sus últimas palabras fueron: "Soy el legítimo papa".
Nació de su obstinación por no renunciar a ser Benedicto XIII (trece en números romanos).
Dividió la Iglesia durante 40 años.
Debilitó la autoridad papal y anticipó la Reforma Protestante.
España lo reconoció como papa legítimo hasta su muerte.
El Papa Luna fue un hombre de contradicciones: intelectual brillante pero terco hasta el extremo, devoto pero abandonado por la Iglesia. Su vida es un recordatorio de que la convicción puede ser tanto una virtud como una maldición.
Hoy, su fantasma sigue vivo en Peñíscola, donde los turistas visitan su castillo y preguntan: ¿Fue un hereje o un héroe? La respuesta, como su vida, sigue dividiendo al mundo.
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