MARCHA VERDE: LA INVASIÓN COLONIAL MARROQUÍ DEL SÁHARA ESPAÑOL Y SUS CONSECUENCIAS
El 12 de julio de 1997, un microbús que recorría el tranquilo barrio de Ermua (Vizcaya) se convirtió en el escenario de un crimen que marcaría un antes y un después en la lucha contra el terrorismo en España. Miguel Ángel Blanco, un joven concejal del Partido Popular de 29 años, fue secuestrado por ETA. Su exigencia: el acercamiento de los presos de la banda a cárceles del País Vasco en 48 horas. La respuesta del Estado fue de una firmeza trágica: no se negociaría. Cuarenta y ocho horas después, tras una angustiosa espera televisada, Miguel Ángel fue encontrado con dos tiros en la nuca. Moriría doce horas después en el hospital.
Su asesinato no fue uno más entre los más de 800 cometidos por ETA. Fue la chispa que encendió la mecha de una reacción social sin precedentes. Millones de personas, indignadas, salieron a la calle en una explosión de duelo y rabia que se bautizó como "el espíritu de Ermua". Fue un grito unánime de "¡Basta ya!" que aisló a ETA como nunca antes. Sin embargo, tres décadas después, la pregunta persiste: ¿Fue aquel espíritu una muestra de unidad nacional contra el terror o el último estertor de una España unida que pronto se fracturaría?
![]() |
1. Los Antecedentes: El Miedo como Ley en el País Vasco
La Estrategia del Terror
A mediados de los 90, ETA no solo mataba. Aplicaba una estrategia de "socialización del sufrimiento" o "terrorismo de entorno". Esto implicaba:
Atentados selectivos: Asesinato de políticos, periodistas, empresarios y cualquier figura pública que no se alineara con su ideario.
"Impuesto revolucionario": Extorsión a empresarios para financiarse.
Kalashnikov y votos: La intentona de la izquierda abertzale de competir en instituciones mientras ETA amedrentaba a la competencia.
La Ley del Silencio: El miedo era tal que en muchas localidades era imposible colocar una pancarta contra ETA sin sufrir represalias.
La Soledad de los Concejales
Miguel Ángel Blanco era uno de esos cientos de concejales de partidos no nacionalistas (PP, PSOE) que vivían bajo constante amenaza. Eran el rostro visible de la resistencia democrática en pueblos y ciudades donde la presión abertzale era asfixiante. Su secuestro no fue un acto aleatorio; fue un mensaje dirigido a todos ellos.
![]() |
El Secuestro: Viernes, 11 de julio de 1997
Miguel Ángel Blanco fue interceptado por dos miembros de ETA cuando se dirigía a tomar el tren para ver a su novia. La noticia se difundió como un reguero de pólvora.
La Ultimátum: "48 Horas"
ETA emitió un comunicado dando 48 horas al gobierno de José María Aznar (PP) para iniciar el acercamiento de unos 500 presos etarras. El gobierno, con el respaldo del PSOE, se mantuvo firme: no habría negociación bajo chantaje. La postura era ética, pero condenaba a Miguel Ángel a una muerte casi segura.
La Vigilia Nacional: El País Paralizado
Durante todo el fin de semana, España vivió pendiente de la televisión y la radio.
Concentraciones espontáneas: En Ermua, Madrid, Barcelona y decenas de ciudades, la gente comenzó a reunirse pidiendo la liberación del concejal.
Los Vecinos de Ermua: Se convirtieron en los portavoces improvisados de un dolor que era de todos. Su serenidad y firmeza frente a las cámaras conmovieron a la opinión pública.
La Ejecución: Domingo, 13 de julio, alrededor de las 16:00
Tras vencerse el plazo, la esperanza se transformó en horror. Miguel Ángel Blanco fue abandonado atado de pies y manos en un descampado. Tenía dos disparos en la cabeza.
![]() |
Las Manifestaciones del 14 de Julio: Un Tsunami Ciudadano
Al día siguiente de su muerte, España estalló. Más de 8 millones de personas (una de cada cinco personas adultas) salieron a la calle en la mayor manifestación de la historia del país. No fueron convocadas por partidos, sino por la ciudadanía. El lema era simple y poderoso: "Por la libertad, contra el terrorismo, todos con Ermua".
Unidad sin precedentes: En las marchas, militantes del PP y del PSOE, sindicalistas de UGT y CCOO, y ciudadanos de toda condición caminaban juntos.
El fin de la impunidad social: Fue una respuesta contundente a la estrategia de ETA. La banda vio cómo el "pueblo vasco" al que decía representar le daba la espalda de manera masiva.
¿Qué Era el "Espíritu de Ermua"?
No era una organización, sino un estado de ánimo colectivo. Se basaba en varios principios:
La defensa de la vida y la libertad como valores supremos, por encima de cualquier ideología.
La unidad de las fuerzas democráticas frente al terrorismo.
La dignificación de las víctimas y el rechazo a su instrumentalización.
El coraje cívico para romper el miedo y condenar a ETA públicamente.
![]() |
El Golpe Definitivo a la Estrategia de ETA
El espíritu de Ermua no acabó con ETA de inmediato (la banda asesinó a otras 47 personas después), pero fue un golpe del que nunca se recuperó.
Aislamiento político: La izquierda abertzale (HB) se vio obligada a condenar el asesinato, aunque de forma ambigua. Su negativa inicial a hacerlo les costó una condena judicial por "enaltecimiento del terrorismo".
Fin del "entorno": La sociedad vasca perdió el miedo. Las manifestaciones contra ETA se multiplicaron. Asociaciones como ¡Basta Ya! cobraron fuerza, ganando incluso el Premio Sájarov del Parlamento Europeo.
La Tregua de 1998: Un año después, acorralada, ETA declaró una tregua "indefinida y unilateral". Muchos la interpretaron como una consecuencia directa de la presión social. Aunque fue una tregua fraudulenta (rota 14 meses después), mostró la debilidad de la banda.
![]() |
La Fractura del Consenso
Con el fin definitivo de ETA en 2018, el "espíritu de Ermua" dejó de ser un consenso para convertirse en un campo de batalla política. Su memoria ha sido secuestrada y reinterpretada por distintos actores:
La Derecha (PP/Vox): Lo presenta como un movimiento esencialmente "españolista" y "constitucionalista" contra el nacionalismo vasco en su conjunto. Lo utilizan como arma arrojadiza contra el PSOE por sus negociaciones con ETA o sus acuerdos con partidos independentistas.
La Izquierda (PSOE/Podemos): Subraya el papel del gobierno de Aznar en no negociar, insinuando a veces que se sacrificó a Miguel Ángel Blanco por una estrategia política. Recuerdan que el consenso incluía a todos los partidos democráticos, no solo a la derecha.
Los Nacionalismos Vasco y Catalán: Algunos sectores ven el "espíritu de Ermua" como una imposición del "espíritu de España" que ahogó las aspiraciones nacionales vascas, equiparando de manera controvertida la violencia de ETA con la respuesta del Estado.
La Banalización del Símbolo
Hoy, la frase "espíritu de Ermua" se invoca con frecuencia en debates políticos y tertulias para exigir unidad ante cualquier crisis (la pandemia, el desafío independentista catalán). Este uso diluye su significado original, que fue muy específico: la unidad contra la violencia terrorista que acababa con la vida de personas.
![]() |
El espíritu de Ermua demostró el poder abrumador de una sociedad civil valiente. Fue un momento de pureza democrática en el que la gente común, sin líderes visibles, tomó las calles para decir "hasta aquí". Aisló a ETA, dio coraje a los silenciados y cambió para siempre la correlación de fuerzas en el País Vasco.
Sin embargo, su victoria fue pírrica. El consenso que generó era tan fuerte como frágil, y estaba anclado en una circunstancia de horror específica. Una vez pasado el peligro existencial del terrorismo, el símbolo fue devorado por la maquinaria de la polarización política. La memoria de Miguel Ángel Blanco y de aquel verano de 1997 ya no es un lugar de encuentro, sino otro frente en la guerra cultural española.
La lección de Ermua es doble: por un lado, que la unidad es posible cuando se basa en principios democráticos fundamentales. Por otro, que los símbolos más poderosos son también los más codiciados, y su destino final no es permanecer puros, sino ser disputados por quienes buscan legitimarse en el pasado. El verdadero "espíritu de Ermua" no es un nostálgico, sino uno que recuerda que la democracia se defiende en la calle, con valor y unidad, cada vez que es amenazada.
Comentarios
Publicar un comentario