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HENRY KISSINGER: UN INFLUYENTE Y CONTROVERTIDO DIPLOMÁTICO DURANTE LA GUERRA FRÍA

  Henry Kissinger fue una figura prominente en la política exterior de Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XX.  Su vida estuvo marcada por eventos históricos significativos y por su influencia en las relaciones internacionales. Semblanza Nacido como Heinz Alfred Kissinger el 27 de mayo de 1923 en Fürth, Alemania, su  historia comienza con su huida de la persecución nazi en 1938, lo que lo llevó a él y a su familia a buscar refugio en Estados Unidos. Durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió en el ejército estadounidense, una experiencia que le proporcionó una perspectiva única sobre la guerra y la política internacional. Tras la guerra, Kissinger se dedicó al estudio, obteniendo grados académicos en Harvard, donde más tarde se convirtió en profesor de gobierno. Su trabajo académico y sus publicaciones sobre armas nucleares y política exterior le ganaron un reconocimiento internacional. Actuó como consultor para varias agencias gubernamentales y campañas presidenciales, lo

JERUSALÉN: HISTORIA, RELIGIÓN Y DESAFÍOS DE LA CIUDAD SAGRADA

 Jerusalén es una de las ciudades más antiguas, sagradas y disputadas del mundo, que se encuentra en el Oriente Medio, entre el mar Mediterráneo y el mar Muerto. Jerusalén es la capital de Israel y la ciudad más grande y poblada de Palestina, y alberga los lugares santos de las tres grandes religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. 

Jerusalén es también el escenario de una larga y compleja historia de conquistas, guerras, destrucciones, reconstrucciones, convivencias, conflictos, esperanzas y sueños, que han marcado su identidad y su destino. 

Ciudad vieja de Jerusalén


Los primeros conquistadores de Jerusalén

Los orígenes de Jerusalén se remontan al cuarto milenio a.C., cuando era una pequeña aldea de pastores y agricultores, situada en una colina llamada Monte Moria, cerca de una fuente de agua llamada Gihón. Los primeros habitantes de Jerusalén fueron los cananeos, un pueblo semita que adoraba a varios dioses, como El, Baal y Astarté. Los cananeos llamaron a la ciudad Urusalim, que significa “ciudad de Salem” o “ciudad de la paz”, en honor a uno de sus dioses.




Jerusalén fue conquistada por los egipcios en el siglo XV a.C., y luego por los hititas, los asirios, los babilonios y los persas, que la convirtieron en una ciudad tributaria y sometida. Jerusalén se convirtió en la capital del reino de Israel en el siglo X a.C., cuando el rey David la tomó por la fuerza a los jebuseos, un pueblo cananeo que la habitaba. David trasladó el Arca de la Alianza, que contenía las Tablas de la Ley que Dios había entregado a Moisés, a Jerusalén, y la instaló en una tienda de campaña, que se convirtió en el centro del culto judío. David quiso construir un templo para albergar el Arca, pero Dios le dijo que lo hiciera su hijo Salomón, que le sucedió en el trono.


Barrio palestino de Jerusalén


Salomón construyó el primer templo de Jerusalén en el siglo X a.C., en el lugar donde se creía que Abraham había estado dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac, como prueba de su fe en Dios. El templo era una obra magnífica, que estaba adornada con oro, plata, bronce, madera y piedra, y que tenía tres partes: el atrio, donde podían entrar los gentiles; el santuario, donde podían entrar los judíos; y el sancta sanctorum, donde solo podía entrar el sumo sacerdote una vez al año, y donde se guardaba el Arca. El templo era el símbolo de la presencia de Dios entre su pueblo, y el lugar donde se celebraban las fiestas y los sacrificios judíos.

Jerusalén fue dividida en dos reinos en el siglo IX a.C., tras la muerte de Salomón: el reino de Israel, al norte, y el reino de Judá, al sur, con Jerusalén como capital. Jerusalén fue asediada y destruida por los babilonios en el siglo VI a.C., que se llevaron el Arca y a la mayoría de los judíos al exilio en Babilonia. Jerusalén fue reconstruida y repoblada por los judíos en el siglo V a.C., tras el decreto del rey persa Ciro, que les permitió volver a su tierra. Los judíos construyeron el segundo templo de Jerusalén, que era más modesto que el primero, pero que seguía siendo el centro de su religión.


Barrio judío al norte de Jerusalén


Jerusalén fue conquistada por los griegos en el siglo IV a.C., tras la muerte de Alejandro Magno, que la había respetado y admirado. Los griegos impusieron su cultura y su religión a los judíos, que se resistieron y se rebelaron, liderados por los macabeos, una familia de sacerdotes y guerreros. Los macabeos lograron liberar a Jerusalén y restaurar el culto judío en el templo, que habían profanado los griegos, en el año 164 a.C. Esta victoria se celebra cada año con la fiesta de Janucá, que conmemora el milagro de la luz, que hizo que una pequeña cantidad de aceite durara ocho días en el candelabro del templo.

Jerusalén a partir del siglo I a.C.

Jerusalén fue conquistada por los romanos en el siglo I a.C., tras la intervención de Pompeyo, que entró en el templo y se sorprendió de no encontrar ninguna imagen de Dios. Los romanos permitieron a los judíos mantener su religión y su templo, pero les impusieron tributos y gobernadores. Los judíos se rebelaron contra los romanos en el año 66 d.C., y resistieron durante cuatro años, hasta que los romanos, comandados por Tito, tomaron y destruyeron Jerusalén y el templo, en el año 70 d.C. Los romanos se llevaron los tesoros del templo, y a miles de judíos como esclavos. Los judíos que sobrevivieron se dispersaron por el mundo, iniciando la diáspora. Los romanos reconstruyeron Jerusalén como una ciudad pagana, y le cambiaron el nombre por Aelia Capitolina, en honor al emperador Adriano y al dios Júpiter.


Iglesia del Santo Sepulcro


Jerusalén fue conquistada por los cristianos en el siglo IV d.C., tras la conversión del emperador Constantino, que la declaró ciudad santa y le devolvió el nombre de Jerusalén. Los cristianos construyeron iglesias y basílicas en los lugares donde se creía que habían ocurrido los hechos de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, como el Santo Sepulcro, el Monte de los Olivos, el Monte Sion y el Cenáculo. Jerusalén se convirtió en un centro de peregrinación y de veneración para los cristianos, que la consideraban la ciudad donde se había cumplido la promesa de Dios a su pueblo.

Jerusalén fue conquistada por los musulmanes en el siglo VII d.C., tras la expansión del islam, que la consideraba una ciudad santa y le dio el nombre de Al-Quds, que significa “la santa”. Los musulmanes construyeron mezquitas y santuarios en los lugares donde se creía que habían ocurrido los hechos de la vida y la revelación de Mahoma, como la Cúpula de la Roca, el Monte del Templo y la Mezquita de Al-Aqsa. Jerusalén se convirtió en un centro de oración y de devoción para los musulmanes, que la consideraban la tercera ciudad más sagrada del islam, después de La Meca y Medina.


Explanada de las mezquitas


Jerusalén fue disputada por los cristianos y los musulmanes durante la Edad Media, en el marco de las cruzadas, que fueron expediciones militares y religiosas que pretendían recuperar la Tierra Santa para el cristianismo. Jerusalén fue tomada y perdida varias veces por ambos bandos, que se alternaron en el dominio y el control de la ciudad. Jerusalén fue finalmente reconquistada por los musulmanes en el siglo XIII, bajo el liderazgo de Saladino, que fue un gobernante justo y tolerante, que permitió la convivencia de las tres religiones en la ciudad.

Jerusalén fue dominada por los otomanos en el siglo XVI, que la integraron en su imperio y la embellecieron con obras arquitectónicas, como las murallas, las puertas y los mercados. Los otomanos mantuvieron el estatus de ciudad santa de Jerusalén, y la protegieron de las amenazas externas, como las de los mongoles, los mamelucos y los europeos. Los otomanos respetaron la diversidad religiosa y cultural de Jerusalén, y la administraron mediante un sistema de millet, que concedía cierta autonomía a las comunidades judía, cristiana y musulmana.


Muro de las lamentaciones


La Jerusalén del siglo XX y XXI

Jerusalén fue ocupada por los británicos en el siglo XX, tras la derrota de los otomanos en la Primera Guerra Mundial, que puso fin a su dominio sobre Oriente Medio. Los británicos establecieron un mandato sobre Palestina, que incluía a Jerusalén, y se comprometieron a crear un hogar nacional para el pueblo judío, según la Declaración Balfour de 1917. Sin embargo, los británicos también prometieron respetar los derechos de los árabes, que eran la mayoría de la población. Los británicos se encontraron con el dilema de cumplir con dos promesas contradictorias, que generaron tensiones y conflictos entre los judíos y los árabes, que reclamaban su derecho a la tierra y a la autodeterminación. Los británicos intentaron resolver el problema mediante diversos planes de partición, que proponían dividir Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe, con Jerusalén como una ciudad internacional bajo control de las Naciones Unidas. Sin embargo, ninguno de estos planes fue aceptado por ambas partes, y la violencia se intensificó, con atentados, sabotajes, masacres y guerrillas.


Templo de Salomón


Jerusalén fue dividida en dos partes en 1948, tras la retirada de los británicos y la proclamación del Estado de Israel, que fue reconocido por la mayoría de los países occidentales, pero no por los países árabes, que declararon la guerra a Israel. Jerusalén fue escenario de duros combates, que terminaron con un armisticio, que estableció una línea de demarcación, conocida como la Línea Verde, que separaba la parte occidental, bajo control israelí, de la parte oriental, bajo control jordano. Jerusalén quedó aislada del resto de Israel, y solo se podía acceder a ella mediante un corredor estrecho y vigilado. Jerusalén perdió su estatus de capital de Israel, que se trasladó a Tel Aviv, y su carácter de ciudad santa, que se vio afectado por las restricciones y las violaciones de los derechos de los fieles de las distintas religiones.

Jerusalén fue reunificada en 1967, tras la victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días, que le permitió ocupar y anexionar la parte oriental de la ciudad, incluyendo la Ciudad Vieja, donde se encontraban los lugares santos. Israel declaró a Jerusalén como su capital eterna e indivisible, y la dotó de infraestructuras, servicios y seguridad. Israel también permitió el acceso y la libertad de culto a los judíos, los cristianos y los musulmanes, que podían visitar y venerar sus sitios sagrados. Sin embargo, la anexión de Jerusalén no fue reconocida por la comunidad internacional, que la consideraba ilegal y contraria a las resoluciones de las Naciones Unidas, que pedían el fin de la ocupación y la negociación de una solución pacífica y justa para el conflicto.


Parque tecnológico de Jerusalén


Jerusalén fue disputada en 1987, tras el inicio de la primera Intifada, que fue una revuelta popular de los palestinos contra la ocupación israelí, que se manifestó mediante huelgas, manifestaciones, boicots, desobediencia civil y violencia. Jerusalén fue escenario de enfrentamientos, represiones, atentados y víctimas, que aumentaron el odio y el miedo entre los habitantes de la ciudad. Jerusalén fue también el escenario de esperanza, tras la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993, que fueron unos pactos de paz entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que reconocían mutuamente su existencia y su derecho a la seguridad, y que establecían un proceso de negociación para resolver los asuntos pendientes, entre ellos el estatus de Jerusalén.

Jerusalén fue dividida de nuevo en 2000, tras el fracaso de las negociaciones de paz y el estallido de la segunda Intifada, que fue una rebelión armada de los palestinos contra la ocupación israelí, que se manifestó mediante ataques suicidas, cohetes, disparos y violencia. Jerusalén fue escenario de terror, destrucción, muerte y dolor, que afectaron a la vida y la convivencia de los habitantes de la ciudad. Jerusalén fue también el escenario de resistencia, solidaridad, diálogo y coexistencia, que se expresaron mediante iniciativas, proyectos, organizaciones y movimientos de la sociedad civil, que buscaban la paz, la justicia y la reconciliación entre los pueblos.


Centro Internacional de Convenciones


Jerusalén es hoy una ciudad dividida y unida, una ciudad de contrastes y de encuentros, una ciudad de problemas y de soluciones, una ciudad de pasado y de futuro. Jerusalén es una ciudad que alberga a más de 800.000 habitantes, de los cuales el 62% son judíos, el 35% son musulmanes, el 2% son cristianos y el 1% son de otras religiones. Jerusalén es una ciudad que tiene una superficie de 126 kilómetros cuadrados, de los cuales el 70% pertenecen a la parte occidental, el 27% a la parte oriental y el 3% a la Ciudad Vieja. Jerusalén es una ciudad que tiene una riqueza y una diversidad cultural, histórica, religiosa y humana, que se reflejan en su arquitectura, su arte, su gastronomía, su música, su literatura y su gente.

Jerusalén es una ciudad que tiene un significado y un valor especial para los judíos, los cristianos y los musulmanes, que la consideran su ciudad santa y que la veneran y la aman y que probablemente tenga un papel y una responsabilidad clave para la paz y la estabilidad en Oriente Medio.

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