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CULTURA OCCIDENTAL: ORIGEN, EVOLUCIÓN Y SIGNIFICADO PARA EL MUNDO

La cultura occidental es el conjunto de valores, creencias, conocimientos, artes, instituciones y estilos de vida que se han desarrollado y transmitido en la parte occidental del mundo, desde la antigüedad hasta la actualidad.  Origen y evolución La cultura occidental tiene su origen y su base en la civilización greco-romana, que se expandió por Europa, el norte de África y el Oriente Próximo, y que influyó en otros pueblos y culturas, como los celtas, los germanos, los eslavos, los árabes o los judíos. La cultura occidental también tiene su raíz y su fundamento en el cristianismo, que se difundió por el mundo occidental, y que aportó sus valores, sus dogmas, sus ritos y sus instituciones, como la Iglesia, la Biblia o el papado. La cultura occidental ha evolucionado y se ha diversificado a lo largo de la historia, según las épocas, los lugares y las circunstancias, y ha generado diferentes movimientos, corrientes y expresiones, que han enriquecido y renovado su patrimonio y su identida

GIBRALTAR: DESDE CUANDO Y POR QUÉ ES UNA COLONIA BRITÁNICA DENTRO DE ESPAÑA

España inició el siglo XVIII no sólo con cambio de monarca, sino también de dinastía reinante. La muerte del último Habsburgo sin descendencia, Carlos II, el 1 de noviembre de 1700, dio paso a un conflicto internacional por ocupar el jugoso trono vacante.

Gibraltar, al igual que Mallorca, fue tomada y ocupada en el contexto general de la Guerra de Sucesión Española, y en particular, en el frente que se estaba desarrollando en territorio español entre los dos bando en litigio, los partidarios de los borbones y el de los austracistas.

Peñón de Gibraltar

Guerra de Sucesión Española

En el testamento del rey fallecido, Carlos II de Habsburgo, nada se especificaba claramente al respecto de quién sería su sucesor en caso de morir sin descendencia, como así fue. O al menos eso se cree, aunque algunos expertos mencionan la desaparición misteriosa de esas últimas voluntades.

Se postularon muchos candidatos, pero al final, la batalla fue ganada por el duque de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, que gobernaría con el nombre de Felipe V. La Casa de Borbón se introdujo así en España, pero no con el agrado del resto de las principales potencias europeas (Inglaterra, las Provincias Unidas y el Sacro Imperio Romano Germánico que apoyaban a Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I) que aún ofrecieron resistencia por colocar a sus candidatos puesto que veían con preocupación la unión de las coronas española y gala creando una super potencia que rompiera el equilibrio europeo habida cuenta de que Luis XIV , contraviniendo disposiciones previas, mantuvo los derechos de sucesión de su nieto Felipe a la corona de Francia. 


Así las cosas, en febrero de 1701 Felipe de Anjou fue coronado rey de España, por lo que el temor de las tres potencias europeas adversas a la alianza militar hispano-gala motivó que el 7 de septiembre de ese mismo año, en La Haya, firmaran un tratado en el que se comprometían a llevar a cabo una política conjunta para evitar esa unión bajo un único gobierno, si era preciso con apoyo militar, en caso de ataque territorial a cualquiera de los países firmantes.

Carlos II de Habsburgo

Pero Luis XIV, en nombre propio y también en el de su nieto Felipe V gracias a los denominados "Pactos de Familia", alianza franco-española contra el poder inglés, ocupó los Países Bajos españoles y el Milanesado, además de desplegarse la flota francesa por Cádiz y las colonias españolas de Ultramar, lo que sin duda alguna los aliados del Tratado de La Haya tomaron como una provocación y dio lugar, en junio de 1702, a la declaración de guerra conjunta hispano-francesa.

Fue entonces cuando comenzó propiamente la llamada Guerra de Sucesión española, conflicto que duró doce años y que finalizó con la firma de los Tratados de Utrecht , Rastatt y Baden de 1713 a 1715.

Esta guerra tuvo varios frentes. Por un lado, provocó el enfrentamiento en el propio territorio español entre partidarios de los borbones (principalmente la Corona castellana) contra los partidarios austracistas, los que apoyaban al candidato Carlos de Austria y que eran mayoritarios en la Corona de Aragón. Como consecuencia de la victoria de las fuerzas de Felipe V, finalizó definitivamente la monarquía "federal" de los Habsburgo, y por tanto de la Corona de Aragón, perdiéndose también las posesiones europeas de esta, instaurando un estado absolutista centralista.

Por otro lado, el conflicto tuvo repercusiones tanto en Europa occidental como en el norte de África  así como en los nuevos territorios americanos, por su control.

A Luis XIV, el rey más poderoso de la época, le interesaba la Corona española por sus posesiones en el Mediterráneo y en Europa, pero especialmente por su imperio en las Indias Occidentales y el comercio con estas, de hecho, consiguió inmediatamente de España para Francia la concesión monopolista del asiento de negros y de la trata de esclavos con América, así como el privilegio de extraer oro, plata y otras mercancías, libres de impuestos.

Felipe V

A pesar de algunas ventajosas victorias, los múltiples frentes abiertos de la ya larga Guerra de Sucesión, que derivó en muchas otras, a Francia le supuso un importante desgasta económico y financiero que le hacía difícil continuar combatiendo. Por ello, en 1709 Luis XIV intentó aproximarse a Inglaterra para la firma de un tratado de paz. Las condiciones en un principio no fueron admitidas por el rey francés pues suponían, entre otras cosas, reconocer al archiduque Carlos como rey de España, pero Felipe V se negó a abandonar su corona. 

Las batallas siguieron y el desgaste también, pero hubo un hecho que daría un giro importante a la situación y que aceleró el acercamiento de las partes contendientes hacia la paz definitiva. Esto es, en 1711 el emperador José I de Habsburgo falleció dejando como sucesor a su hermano el archiduque Carlos (candidato de los firmantes del Tratado de La Haya) y tres días antes también lo había hecho el padre de Felipe V de España, acercándole así aún más al trono francés (puesto que todavía no había renunciado a él). 

Pero para Inglaterra y Holanda la alianza hispano-austriaca en la persona de Carlos suponía aún más peligro, por reminiscencias del pasado, que la franco-española, por lo que aceleraron las primeras negociaciones de paz en secreto con Francia, sin el conocimiento de España, para reconocer a Felipe V en el trono a cambio de conservar Gibraltar y Menorca, tomadas y ocupadas en el contexto de esta guerra, así como de ventajas comerciales en Hisponoamérica. Pero la condición "sine qua non" era la renuncia del monarca español al trono de Francia y de los sucesores de Luis XIV al de España (para tener separadas a las dos potencias). 

Finalmente, el 9 de noviembre de 1712, Felipe V renunciaba ante las Cortes de Cádiz a su derecho al trono francés. Salvado este obstáculo, dieron lugar los tratados de paz de Utrecht, el primero entre Inglaterra, sus aliados y Francia el 11 de abril de 1713), que supuso la partición de la Monarquía Hispánica en Europa (los Países Bajos católicos, actuales Bélgica y Luxemburgo, el Reino de Nápoles, Cerdeña y el Ducado de Milán quedaron en manos del ahora ya emperador Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico; y el Reino de Sicilia pasó al duque de Saboya). 

Emperador Carlos de Austria

El 10 de julio del mismo año tuvo lugar la firma del segundo Tratado de Utrecht entre Gran Bretaña y España. En este se hacía constar que Menorca y Gibraltar pasaban a la Corona británica, pero ya previamente Francia había cedido a los ingleses en América la isla de Terranova, la Acadia, la isla de San Cristóbal, en las Antillas, y los territorios de la bahía de Hudson, además de haberle cedido los del mercado de esclavos, mediante el derecho de asiento, y el navío de permiso, en las Indias españolas.

Después vendrían los Tratados de Rastatt y Baden en 1714 y 1715 por medio de los cuales las cesiones españolas al Sacro Imperio Romano Germánico se hacían efectivas por la renuncia al trono español del emperador Carlos VI.

Casi todos los expertos en el tema consideran que estos acuerdos fueron con seguridad el comienzo de la decadencia del Imperio Español por sus llamativas pérdidas de territorio.

No obstante, las batallas y los acuerdos de paz se seguirían produciendo a lo largo de todo el siglo con la mayoría de los participantes de la Guerra de Sucesión Española, unas veces como aliados y otras como enemigos.

Toma y ocupación de Gibraltar

La candidatura del archiduque Carlos no sólo tenía apoyos extranjeros (como ingleses y holandeses) sino también dentro de España, particularmente en el Reino de Aragón, ya que en Castilla se inclinaron por Felipe de Anjou.

Invasión de Gibraltar

Así pues, dentro de esta rivalidad de apoyo a uno u otro candidato, en el verano de 1704  una flota de navíos anglo-holandeses, favorables a Carlos de Austria, se dispuso por la costa sur española en varias localidades con la intención de añadir partidarios a su causa. Cuando el 4 de agosto llegaron a la bahía de Algeciras hicieron lo propio con el ataque a Gibraltar.

La pequeña plaza de Gibraltar, ocupada por fuerzas borbónicas, contaba escasamente para su defensa con entre 80 y 100 soldados, unos 300 milicianos sin apenas preparación, y 120 cañones, aunque parecer ser que un tercio de estos estaban inservibles. El número de atacantes, unos 1.800, eran parte de los 61 buques de guerra arribados a la costa de  Algeciras,  comandados por George Rooke y el príncipe de Hesse-Darmstadt, es decir, 25.000 marineros, apoyados por  900 infantes de marina, y alrededor de 4.000 cañones. Además, un batallón de 350 soldados catalanes les brindaban apoyo desde el interior, acorralando así la plaza por tierra y mar. Gibraltar era en sí importante debido a su situación estratégica entre el Atlántico y el Mediterráneo. Su orografía, el punto más fuerte de su defensa.

De esta forma, tras dos días de asedio y cinco horas de bombardeos, los defensores capitularon y accedieron a negociar la retirada y la entrega de la ciudad. Para ello, al día siguiente, el presidente del cabildo, Cayo Prieto Laso de la Vega, y el gobernador militar, el general de artillería Diego de Salinas, abandonan sus puestos al no querer prestar juramento de fidelidad al archiduque, con ellos, por votación popular, la mayor parte de la población, unos 5.000 habitantes. El éxodo comenzará en la jornada siguiente hacia las proximidades donde los gibraltareños exiliados fundarían la actual localidad de San Roque y repoblarían la entonces ruinosa Algeciras y más tarde La Línea de la Concepción.

La versión tradicional del conflicto dice que hubo una fuerte resistencia y contraataques de los sitiados. Sin embargo, estudios recientes , incluídas fuentes inglesas, advierten que en la plaza, tras su rendición, se encontró toda su artillería y buena parte de su munición, pólvora, suministros, sus defensas intactas y con apenas bajas para haber podido resistir largo tiempo al asedio, por tanto, que la principal causa de la capitulación fue que parte de la población había sido tomada como rehén (principalmente mujeres y niños), además de por los contíuos saqueos y profanaciones, por parte de las tropas invasoras y dado que estas ya habían cometido anteriormente contra la población civil de la bahía de Cádiz todo tipo de desmanes. Dado lo cual, se decidió la rendición para poder pactar la libertad de los rehenes y su salida del lugar de la mejor forma posible. 

Diego de Salinas.
Último gobernador de Gibraltar

Intentos de reconquista y reclamaciones

Desde el asedio, toma y posesión de Gibraltar por tropas anglo-holandesas han sido múltiples los intentos a lo largo del tiempo de recuperación de la plaza por parte de España, bien a través de reconquista, bien por medio de reclamaciones diplomáticas.

La primera de ellas, como reconquista, tuvo lugar tan sólo unos meses después de su toma, es decir, a finales del año 1704, pretendiendo tomarla por las armas, de forma infructuosa, mediante una coalición hispano-francesa.

Una vez acabada la Guerra de Sucesión, y mediante el tratado de Utrecht de 1713, a España no le quedó más remedio que ceder la plaza a los ingleses a perpetuidad (aunque sin jurisdicción ninguna, es decir, la cesión era en propiedad pero la soberanía era española, incluidas sus aguas y espacio aéreo), además de otras concesiones en Ultramar, a cambio de permitir que Felipe V de Borbón se sentase en paz en el trono español. No obstante, tuvieron opción de establecer una clausula donde se decía que si esa plaza dejaba de ser inglesa, España optaría a su recuperación. La cláusula nunca tuvo posibilidades de entrar en vigor, a pesar de que Gibraltar cambió técnicamente de manos varias veces. O sea, de 1704 a 1707 fue una posesión anglo-holandesa; de 1707 a 1713 la posesión fue de Holanda y Reino Unido (ya que el 1 de mayo de 1707 nació esta entidad territorial); y a raíz del Tratado de Utrecht, 1713, terminaría siendo puerto franco sólo de propiedad británica, ya que Holanda se retiró al conseguir en este acuerdo de paz otras posesiones.

El segundo intento de recuperación de Gibraltar, mediante asedio, fue en 1727 durante la Batalla naval de Málaga. Posteriormente tuvo lugar el tercer y más largo intento, de 1779 a 1783, por ello conocido como El Gran Asedio. Ninguno tuvo el éxito esperado.

George Rooke

En la plaza, a parte de la guarnición británica, empezaron a establecerse a lo largo del siglo XVIII, por proximidad, genoveses, malteses, judíos, norteafricanos e incluso portugueses. Esta variopinta población sufrió en estos años una terrible epidemia que la Corona Española intentó paliar con la cesión de una zona humanitaria neutral, entre el Peñon y las fortificaciones cercanas españolas, para que los afectados fueran atendidos con mayor y mejor celeridad. Las zonas más próxima a Gibraltar ocupadas por los británicos, una vez restablecida la normalidad, nunca le fueron devueltas a España. 

En 1830, los británicos concederían a la plaza el estatus de colonia (arrebatando unilateralmente la soberanía a España) al quedar más que patente la importancia estratégica de Gibraltar y su valor, más aún tras la apertura del canal de Suez en 1869. Así pues, ya habían conseguido, a mayor gloria británica, lo que tanto tiempo habían anhelado: una base naval propia para la operaciones en el Mediterráneo.

Desde entonces, todos los intentos por parte de España por recuperar Gibraltar han sido por la vía diplomática, también sin ningún éxito. Se consideró la devolución como moneda de cambio para que España entrara en el bando aliado durante la Primera Guerra Mundial a cambio también de la cesión de plazas en el norte de África a los británicos. Estos no cedieron.

Durante la Segunda Guerra Mundial aumentó la importancia estratégica de Gibraltar al construir los británicos un aeropuerto que serviría como punto de aprovisionamiento y fue clave para operaciones militares.

Príncipe de Hesse-Darmstadt


En los años sesenta del siglo XX las autoridades franquistas llevaron la cuestión de Gibraltar ante el comité de descolonización de las Naciones Unidas. Fue entonces cuando la Asamblea General adopto una serie de resoluciones en las que se instaba al inicio de conversaciones por parte de España y Gran Bretaña para poner fin a la situación de "colonia" de Gibraltar, respetando los intereses de la población del peñón. La respuesta de las autoridades del istmo fue la de apelar al derecho de autodeterminación para lo que el Reino Unido organizó para ellos un referéndum en 1967 ganando abrumadoramente la posición de seguir perteneciendo a la soberanía británica. 

Un año después el gobierno de Reino Unido les otorga una constitución donde se les establece un cambio de estatus: ahora en vez de colonia, Gibraltar se transforma en territorio británico de ultramar. En el mismo contexto se concede la transferencia de los asuntos internos al ejecutivo local del Peñón, pero se reserva para si los asuntos exteriores y de la defensa.

Este mayor autogobierno para Gibraltar determinó la suspensión de las comunicaciones terrestres con el Peñón por parte de las autoridades españolas ya que consideraron que eso contravenía el Tratado de Utrecht. Hasta 1982 no se abrieron nuevamente, pero sólo al tráfico de personas.

Otro paso diplomático fue el que se llevó a cabo en 1985 iniciándose el proceso de Bruselas en el que Reino Unido se comprometía con España  a iniciar un diálogo sobre Gibraltar que incluía el tema de su soberanía. Mediante este se normalizaron completamente las comunicaciones terrestres.

En 2001 ambos países iniciaron una propuesta de cosoberanía, sin embargo no llegó afirmarse ya que  un referéndum al año siguiente realizado por las autoridades gibraltareñas rechazaba de plano la idea.

Tratado de Utrecht


 No obstante, se constituyó en 2006 el Foro Tripartito de Diálogo (España, Reino Unido y Gibraltar) mediante el cual se llegó al acuerdo del uso conjunto del aeropuerto, telecomunicaciones, tránsito fronterizo y pensiones, entre otros. La mejora de relaciones no conllevó la ausencia de incidentes como los acaecidos de 2009 a 2012 entre buques de la Marina Real Británica y patrulleras de la Guardia Civil por la disputa de las aguas situadas a menos de tres millas de la costa gibraltareña de las que nada se dice sobre que sean soberanía británica en el Tratado de Utrecht, incluida la construcción de arrecifes artificiales con hormigón por parte de las autoridades del Peñón para ganar terreno para si. España respondió con medidas restrictivas en el espacio aéreo, en el tránsito de "la verja" o la fiscalidad. 

Actualmente España sigue reclamando la soberanía de Gibraltar al considerar que la línea de control pactada en 1713 no se estableció en los límites actuales del istmo sino que está situada justo a los pies de la roca;, Reino Unido sigue rechazando la soberanía española; y los habitantes del Peñón continúan defendiendo su derecho a la autodeterminación.

Gibraltar hoy

No será hasta 1886 que los británicos introduzcan el concepto de "nativo de Gibraltar" a la población del Peñón, es decir, cuando se les adjudica ser territorio de ultramar del Reino Unido. En 1921 se establece su actual ayuntamiento.

Estrecho de Gibraltar


Para las Naciones Unidas, Gibraltar es un territorio no autónomo bajo supervisión de su Comité Especial de Descolonización, como sucede en otros dieciséis casos.

La población actual del Peñón es de poco más de treinta mil habitantes que viven en menos de 7 km², cuya economía está basada en el sector servicios (turismo, centro financiero y puerto franco) contando en su territorio con base aeronaval de las Fuerzas Armadas Británicas habida cuenta de su privilegiada posición estratégica, por lo cual, también son los británicos quienes se siguen encargando de las relaciones exteriores y de los asuntos de negocios del Peñón.

La barrera fronteriza con España, con el límite en lo que se conoce como "la verja", la establecieron los británicos en 1909 en el propio istmo aprovechando razones humanitarias concedidas por el gobierno español.

Gibraltar formó parte de la Unión Europea con la adhesión de Reino Unido puesto que era parte de su territorio de ultramar, aunque algunas de sus disposiciones no se extendieron al Peñón, como la armonización del IVA, pero tampoco destinaba a la Unión Europea parte de sus ingresos de aduanas. A pesar de que la población gibraltareña votó en 2016 a favor de su permanencia en la Unión Europea, el brexit británico provocó su salida de la organización. Tampoco Gibraltar, como  Reino Unido, forma parte del espacio de Schengen, por lo que en sus fronteras se mantienen los controles de ciudadanos europeos y comercio.

El euro no es hoy moneda de curso legal en Gibraltar, aunque se acepta informalmente en los comercios, y como territorio británico de ultramar, desde 1982, se permite a sus habitantes registrarse como ciudadanos de Gran Bretaña, y a partir de 2002 se les concede a todos los habitantes gibraltareños, aunque ya la poseyeran. La casi totalidad de los habitantes la aceptó.


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