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SÁHARA OCCIDENTAL: UN TERRITORIO EN DISPUTA CON GRANDES RECURSOS NATURALES

  El Sáhara Occidental es un territorio situado en el noroeste de África, que limita con Marruecos, Argelia, Mauritania y el océano Atlántico. El Sáhara Occidental tiene una superficie de unos 266.000 km² y una población estimada de unos 600.000 habitantes, la mayoría de ellos de origen bereber y árabe, y de religión musulmana.  El Sáhara Occidental es también un territorio en disputa, que enfrenta las reivindicaciones de Marruecos, que lo considera parte de su soberanía, y del Frente Polisario, que lo considera una nación independiente. A través de la historia El Sáhara Occidental tiene una historia compleja y turbulenta, que se puede resumir de la siguiente manera: Antes del siglo XIX, el Sáhara Occidental era una zona poco poblada y poco explorada, que estaba habitada por tribus nómadas que se dedicaban al pastoreo, al comercio y a las incursiones. El Sáhara Occidental no formaba parte de ningún Estado, sino que estaba bajo la influencia de los imperios marroquí, otomano y saadí, qu

INQUISICIÓN, CAZA DE BRUJAS Y GUERRAS DE RELIGIÓN: OSCUROS EPISODIOS DE LA HISTORIA DE OCCIDENTE

La Inquisición es conocida por su uso brutal de la tortura y la ejecución para erradicar herejías y mantener el control sobre la fe católica, pero esta intolerancia religiosa se extendió también a la Reforma protestante en su lucha contra el catolicismo.

Aunque la creencia en la brujería y la magia era común en la Europa medieval, su persecución se endureció especialmente durante los siglos XV y XVI debido a una combinación de factores como los cambios sociales y religiosos que se sucedieron en la época. 

Tribunal del Santo Oficio


El nacimiento del Santo Oficio

La Inquisición, también conocida como la Santa Inquisición, fueron una serie de instituciones y procedimientos judiciales que surgieron en Europa durante la Edad Media y la Edad Moderna, dependientes de la Iglesia católica o de clérigos al servicio de gobiernos seculares. 

Su objetivo era detectar, perseguir y condenar la herejía mediante interrogatorios, torturas y otras técnicas de obtención de pruebas. Los procesos eran dirigidos por inquisidores (agentes eclesiásticos), con la autoridad de someter a juicio la fe de las personas y de ejercer roles judiciales y de investigación.

Hay tres etapas en la historia de la Inquisición que se reconocen comúnmente: la Inquisición medieval, que se originó a fines del siglo XII y se consolidó en el siglo XIII, la Inquisición española, que se estableció a fines del siglo XV, y la Inquisición romana, que nació en el siglo XVI.



La institución inquisitorial fue creada en el siglo XIII por el Papa Lucio III creó la Inquisición episcopal con la bula "Ad abolendam" para combatir la herejía albigense en el sur de Francia. Entre 1231 y 1233, el Papa Gregorio IX creó una segunda fórmula, la Inquisición pontificia, con la bula "Excommunicamus", establecida en varios reinos europeos. Ambas eran instituciones temporales que actuaban contra una herejía específica y luego cesaron. 

En la Edad Media, los tribunales de la Inquisición eran presididos por un inquisidor que actuaba como delegado del Papa. Los procesos por herejía podían comenzar sin que existiera una acusación formal, por lo que una mera sospecha era suficiente para iniciarlos. 

El inquisidor ofrecía al sospechoso la posibilidad de confesar su culpabilidad bajo juramento y de testificar también contra otros, lo que ampliaba la lista de personas a investigar e interrogar. Estos juicios solían ser secretos y el sospechoso carecía de un abogado o una defensa, aunque se mantenía un registro escrito que anotaba un notario.

Sello del Santo Oficio


A partir de la bula "Ad extirpanda" del papa Inocencio IV en 1252, el inquisidor estaba autorizado a emplear la tortura para obtener confesiones, tarea de la que se ocupaban asistentes laicos. Los sospechosos solían permanecer encerrados en prisiones mientras duraba el proceso. Las sentencias a quienes eran encontrados culpables de herejía eran dictadas en una homilía pública. Quienes se negaban a abjurar eran condenados a morir en la hoguera y entregados a la autoridad secular para que cumpliera la ejecución. Los bienes del condenado eran confiscados y empleados para sufragar los gastos del proceso y de la ejecución.

La Inquisición española se estableció formalmente en el reino de Castilla en 1478 por la bula papal "Exigit sincerae devotionis affectus" del Papa Sixto IV, aunque ya se había introducido en el Reino de Aragón en el siglo XIII. Esta bula autorizaba a los Reyes Católicos a nombrar inquisidores que debían investigar y castigar los casos sospechosos de herejía en los territorios de las coronas de Castilla y Aragón.

La petición de los Reyes Católicos al papa tenía como objetivo controlar de primera mano la autenticidad de las conversiones de judíos y musulmanes (estos últimos llamados "moriscos") que habían sido obligados a convertirse al cristianismo para evitar la muerte o el exilio, pero en general, para juzgar a cualquier persona sospechosa de herejía por su compromiso con la defensa de la religión católica y la imposición de esta en sus territorios.

La Inquisición española comenzó a funcionar en Castilla y León a partir de 1480 y en 1490 ya se había extendido por toda España. Después de que los judíos fueron expulsados oficialmente de España en 1492, los que permanecieron fueron tácitamente considerados cristianos y, por lo tanto, susceptibles de ser controlados en sus costumbres y creencias. El alcance de la Inquisición se extendió así a todos los habitantes del territorio español. 

La peculiaridad de la Inquisición española era que, aunque reconocía la autoridad papal, dependía directamente de la monarquía española. La Inquisición portuguesa, que nació a principios del siglo XVI, imitó este modelo y quedó bajo la autoridad principal de la Corona de Portugal.




Los primeros inquisidores del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición (como se llamaba a la Inquisición española) fueron nombrados en 1480 y sirvieron en Sevilla, donde tuvo lugar el primer "auto de fe" en 1481, condenando a seis personas a ser quemadas en la hoguera. Los "autos de fe" eran ceremonias públicas en las que los acusados podían abjurar de sus supuestos errores o ser entregados al "brazo laico" (es decir, a la autoridad civil) para su ejecución.

En 1483, el Papa autorizó el nombramiento por parte de la monarquía española de un inquisidor general, que más tarde se convirtió en el jefe del Consejo de la Suprema Inquisición (conocido como "el Supremo"). El primer inquisidor general fue Tomás de Torquemada (1420-1498) y bajo su autoridad, se estima que alrededor de 2.000 personas fueron quemadas en la hoguera.

Con el establecimiento de la Inquisición española, se produjo un cambio significativo en el enfoque de la persecución de la herejía. Antes de la Inquisición, la iglesia local tenía el poder para juzgar y condenar a los herejes, pero la Inquisición permitió que un organismo centralizado, con poderes especiales, llevara a cabo las investigaciones y los juicios en toda España.

Los inquisidores tenían la autoridad para arrestar a cualquier persona sospechosa de herejía, interrogarla y juzgarla sin permitirle el acceso a un abogado y, en algunos casos, sin siquiera informarle de los cargos en su contra. Las pruebas se obtenían mediante la tortura, y los castigos incluían la confiscación de propiedades, el encarcelamiento y la ejecución en la hoguera.




La Inquisición española fue abolida en 1834, después de haber sido objeto de críticas y protestas por parte de los filósofos de la Ilustración y otros pensadores de la época. La Inquisición dejó un legado de intolerancia y represión, y su impacto en la sociedad española se sintió durante muchos años después de su desaparición.

La Inquisición española y portuguesa, extendieron su autoridad sobre las colonias en América, siendo inicialmente liderada por frailes dominicos o franciscanos. Durante el siglo XVI se establecieron tribunales en las grandes ciudades y capitales de virreinato, como la ciudad de México, Lima y Cartagena de Indias. En Brasil, actuaban visitadores inquisitoriales dependientes del tribunal de Lisboa.

La Inquisición en América también tuvo como objetivo destruir los códices mayas y perseguir a los indígenas acusados de poligamia, bigamia, hechicería, adivinación y superstición.

En el año 1542 se estableció la Inquisición romana, también conocida como Congregación del Santo Oficio, cuyo propósito principal era perseguir a los líderes y partidarios de la Reforma protestante, un movimiento religioso cristiano que surgió en el siglo XVI en Europa y se oponía a la ortodoxia católica. 

Su objetivo era tener jurisdicción sobre toda la cristiandad, pero su acción se centraba principalmente en Italia. La Congregación estaba formada por un grupo de cardenales nombrados por el papa, quienes controlaban los tribunales encargados de llevar a cabo los juicios. 




Además, se encargaron de elaborar un índice de libros prohibidos, conocido como "Index auctorum et librorum prohibitorum", con el fin de mantener el control sobre las ideas que se difundían y asegurarse de que no se cuestionara la ortodoxia católica no sólo enfocada en los seguidores de la Reforma, sino también en aquellos pensadores que se consideraban sospechosos de cuestionar la doctrina religiosa de la Iglesia Católica. Hay varios casos famosos de víctimas de la Inquisición, incluyendo a Giordano Bruno y Miguel Servet, quemados en la hoguera por herejía. También es famoso el juicio a Galileo Galilei por afirmar que la Tierra giraba en torno al sol y no al contrario.

Las víctimas de la Inquisición

No existe un número preciso de víctimas de la Inquisición, ya que muchos de los registros fueron destruidos o perdidos a lo largo de los siglos. Sin embargo, se estima que al menos 200,000 personas fueron perseguidas, detenidas y juzgadas por la Inquisición en Europa entre el siglo XV y XVIII.




En tiempos del papado de Juan Pablo II, el Vaticano publicó un nuevo estudio sobre los abusos cometidos por la Inquisición del medievo en el que se llega a una polémica conclusión: al parecer, los muy temidos jueces de la herejía no eran tan brutales como se ha pensado a lo largo de la historia.

El editor del libro, Agostino Borromeo, asegura en este informe de 800 páginas, que la Inquisición no usó la ejecución o la tortura tanto como se cuenta. 

Cuando la Iglesia Católica Romana consolidó su poder en Europa durante los siglos XII y XIII, estableció la Inquisición para asegurarse de que los herejes no socavaran su autoridad, estableciendo una red de tribunales eclesiásticos equipados con jueces e investigadores que enfrentaban a los acusados a una serie de castigos que iban desde ser forzados a visitar iglesias y hacer peregrinajes, hasta cumplir condenas perpetuas o ser quemados vivos.




La Inquisición española, que se independizó de la autoridad del Vaticano en el siglo XV, fue la responsable de algunos de los más conocidos abusos bajo sus "autos de fe" -que a menudo es una abreviación de 'muerte por fuego'. Sin embargo, el informe, producto de seis años de investigación, pasa a decir que la Inquisición no fue tan mala como se piensa y cita como ejemplo el que de los 125.000 juicios a sospechosos de herejía en España, menos del 2% fueron ejecutados.

Señala Borromeo que a menudo lo que se quemaba eran maniquís que representaban a los juzgados en ausencia y condenados a muerte y agrega que a los herejes y las brujas que se arrepentían a último momento se les concedía el alivio de morir estrangulados en vez de quemados.

Según el estudio, en su época más activa en Alemania, la Inquisición ejecutó más brujos y brujas que en ningún otro sitio, alcanzando un saldo de unos 25.000 muertos. En Liechtenstein, 300 personas fueron ejecutadas por brujería, el 10% de la población del diminuto reino.




En España, el país donde la Inquisición tuvo una presencia más fuerte, se estima que entre 2,000 y 5,000 personas fueron ejecutadas como herejes durante el período de mayor intensidad de la Inquisición, aproximadamente entre los siglos XV y XVII.

En Portugal, la Inquisición perseguía principalmente a judíos conversos y a miembros de la comunidad cristiana que eran sospechosos de practicar el judaísmo en secreto. Se estima que unas 1,000 personas fueron condenadas a muerte por la Inquisición en Portugal.

En Italia, la Inquisición era conocida como la Santa Inquisición Romana y perseguía principalmente a los cátaros, un grupo de cristianos considerados heréticos por la Iglesia Católica. Se estima que unas 800 personas fueron condenadas a muerte por la Inquisición en Italia.

La Reforma protestante

Las guerras de religión en Europa fueron un período de intensos conflictos entre católicos y protestantes que tuvieron lugar desde el siglo XVI hasta el siglo XVII. Durante este tiempo, Europa se dividió profundamente en términos de religión, y muchos países se vieron afectados por guerras y conflictos violentos.

Guerras de religión


El origen de las guerras de religión en Europa se encuentra en la Reforma protestante, que surgió en la década de 1520. La Reforma fue liderada por figuras como Martín Lutero y Juan Calvino, y cuestionó muchos de los dogmas y prácticas de la Iglesia católica. A medida que la Reforma ganaba terreno, muchos países se dividieron entre católicos y protestantes, y las tensiones religiosas se intensificaron.

En muchos países, los conflictos religiosos se convirtieron en conflictos políticos, con monarcas y líderes políticos adoptando una postura o la otra. 

En Alemania, por ejemplo, desencadenaron la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), un conflicto religioso y político que dejó un impacto significativo en el país y que llevó a la muerte a alrededor de 8 millones de personas. En este mismo contexto está la Guerra de los Campesinos en Alemania (1524-1525) en la que murieron alrededor de 100,000 personas.

En la primera Guerra de Kappel en Suiza (1529) resultaron muertos varios líderes protestantes, incluyendo a Ulrich Zwingli.

Revolución Puritana en Inglaterra (1642-1651) se saldó con la muerte de alrededor de 50,000 personas.

En la Guerra de los Hugonotes en Francia (1562-1598) resultaron muertos entre cientos de miles y dos millones de personas.

Estas guerras de religión tuvieron un impacto profundo en la política, la religión y la sociedad de Europa, y marcaron el comienzo de un período de conflicto y tensión religiosa que duró varios siglos.

Guerras de religión


El número exacto de víctimas de las guerras de religión protestante es difícil de determinar, ya que no hay registros precisos de la población y la mortalidad de la época. Sin embargo, se estima que en las guerras de religión protestante, que se desarrollaron en Europa a partir del siglo XVI, resultaron muertas cientos de miles de personas.

Las guerras de religión en Europa también tuvieron un impacto significativo en la sociedad y la cultura. Muchos intelectuales y escritores se vieron afectados por las tensiones religiosas, y muchas obras literarias y artísticas reflejan las divisiones y conflictos de la época. Además, muchas comunidades religiosas fueron disueltas y muchas iglesias y monasterios fueron destruidos durante los conflictos.

A pesar de su intensidad y duración, las guerras de religión en Europa finalmente llegaron a su fin en el siglo XVII. Con el tiempo, muchos países adoptaron políticas de tolerancia religiosa y reconciliación, y las tensiones religiosas disminuyeron en gran medida. Sin embargo, las consecuencias de las guerras de religión siguen siendo visibles en muchas partes de Europa, y su historia sigue siendo un recordatorio importante de los peligros de la intolerancia.

Caza de brujas

La caza de brujas fue un fenómeno histórico que se caracterizó por la persecución, el juicio y la ejecución de personas acusadas de practicar la brujería. Este fenómeno se inició en Europa en el siglo XV y se extendió hasta el siglo XVII, aunque en algunos lugares persistió hasta el siglo XVIII.

Brujería


La creencia en la brujería y la magia era común en la Europa medieval, pero fue en el siglo XV cuando la Iglesia Católica comenzó a perseguir a los supuestos practicantes de estas artes oscuras. En 1484, el papa Inocencio VIII emitió una bula papal llamada "Summis desiderantes affectibus", que condenaba la brujería y autorizaba a los inquisidores a investigar y perseguir a los supuestos brujos y brujas.

Así pues, en la Edad Moderna, uno de los cargos que investigaba la Inquisición era el de brujería. La figura del brujo y, sobre todo, de la bruja como personas que encarnaban la desviación religiosa y la asociación con el demonio surgió de creencias populares y del modo en que los teólogos interpretaron dichas creencias. La caza de brujas fue especialmente intensa en países como Alemania y llegó incluso a regiones de América.

Los años de mayor actividad de la persecución de la brujería se dieron entre 1580 y 1630, especialmente en lugares como Alemania, Francia, Escocia y los Países Bajos. Las autoridades locales, como los tribunales seculares y los tribunales eclesiásticos, llevaron a cabo juicios masivos en los que los acusados ​​eran sometidos a torturas brutales para confesar su culpabilidad. Muchas personas, principalmente mujeres, fueron acusadas de brujería y ejecutadas. 

A menudo, las denuncias nacían de meras sospechas o de rivalidades vecinales y daban origen a mayores delaciones producto de la histeria colectiva. Los tribunales que se encargaban del proceso podían ser eclesiásticos o laicos. Quienes eran encontrados culpables solían ser quemados en la hoguera por autoridades seculares. 

Las causas de la caza de brujas son complejas y multifacéticas. Algunos historiadores han argumentado que la caza de brujas fue una forma de control social, utilizada por las autoridades civiles y eclesiásticas para mantener el orden y la disciplina en la sociedad. Otros han sugerido que la caza de brujas fue una forma de persecución de minorías, como las mujeres y los pobres, que eran particularmente vulnerables a las acusaciones de brujería.

Brujería


Pero no sólo los católicos, los protestantes también participaron en la caza de brujas durante los siglos XVI y XVII. Las iglesias de la Reforma Protestante también se preocuparon por la brujería y la magia, y comenzaron a perseguir a los supuestos practicantes de estas artes oscuras.

En algunos casos, los protestantes fueron aún más implacables que los católicos en la persecución de brujos y brujas. Por ejemplo, en Escocia, los presbiterianos llevaron a cabo una campaña especialmente dura contra la brujería en el siglo XVII, y muchas personas fueron ejecutadas. Además, algunos líderes protestantes, como el reformador alemán Martín Lutero, también creían en la existencia de brujas y defendían su persecución.

En América, los colonos protestantes en Nueva Inglaterra llevaron a cabo los famosos juicios de Salem en la década de 1690, en los que más de 200 personas fueron acusadas de brujería y 20 fueron ejecutadas.

Las razones del incremento de la persecución de la brujería a partir del siglo XV podría ser la creciente influencia de la Iglesia Católica en Europa durante este período. La Iglesia se convirtió en una institución muy poderosa y tenía una gran influencia sobre la vida de las personas. La creencia en la brujería y la magia era considerada una herejía por la Iglesia, y muchos clérigos creían que la brujería era una forma de adorar al diablo. Esto llevó a la creencia generalizada de que la brujería era un grave pecado que debía ser perseguido y castigado.

Brujería

Otra teoría es que la persecución de brujas se intensificó debido a la propagación de la imprenta y la literatura. Los libros impresos permitieron la difusión de ideas y creencias en toda Europa, lo que permitió que la creencia en la brujería se extendiera aún más. Además, muchos libros de la época hablaban de brujería y demonología, lo que contribuyó a la creencia en estas prácticas oscuras.

También es importante tener en cuenta que la caza de brujas se intensificó en un momento en que Europa estaba experimentando muchos cambios y desafíos. El siglo XVI vio el inicio de la Reforma Protestante y el surgimiento de nuevas religiones, lo que llevó a la inestabilidad y el conflicto religioso en toda Europa. La peste bubónica también estaba afectando a la población, lo que llevó a la ansiedad y el miedo generalizados.

En 1657 la Iglesia católica reconoció en una instrucción titulada "Pro formandis" que la Inquisición romana había incurrido en torturas excesivas y sentencias injustas por presuntos casos de brujería. De todos modos, los tribunales continuaron ejecutando personas en diversos países y la última ejecución tuvo lugar en Suiza en 1782.



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